Libros de ayer y hoy
Soberbios con su triunfo del 1 de julio, líderes de Morena amagan con todo el peso del Estado -que aún no gobiernan-, para intimidar al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y salirse con la suya donde no ganaron.
Quieren ablandar, de entrada, a los magistrados del Tribunal. Que sepan ellos, y el resto de los órganos autónomos, quién manda en este país.
Les exigen tres cosas:
Anular la elección de gobernador en Puebla, que perdió el candidato de Morena.
Que encuentren la manera de salvarle el registro al PES, aliado de Morena en la elección presidencial pasada.
Y que revoquen la multa de 197 millones de pesos que le impuso el INE a Morena por el fideicomiso Por los Demás.
Triple play. Eso quieren, ni más ni menos.
Ya el miércoles Carlos Loret daba cuenta en su columna de una reunión sostenida entre el morenista Porfirio Muñoz Ledo y cuatro magistrados del Tribunal.
Empecemos por el primer caso: Puebla.
Además de los conciliábulos de Muñoz Ledo, el martes apareció un desplegado a plana entera en el diario Reforma (el dinero ya no es problema) en que legisladores morenistas y organizaciones y personas del exterior exigen “reponer de manera entera (sic) el proceso electoral en lo que se refiere a las elecciones para gobernador de la entidad” (Puebla).
¿Quiénes firman el desplegado con esa exigencia?
El Movimiento Somos, de Venezuela. Asler Altuna, del Parido Sortu, del País Vasco. Dirigentes de Convergencia Guatemala, Guatemala. Adolfo Mendoza, sociólogo de Bolivia. Carlos Alejandro, Secretario de Compromiso, del Frente Amplio de Uruguay. John M. Ackerman, de la UNAM. Alejandro Rusconi, del Movimiento Evita, de Argentina. Julio Muriente, del Movimiento Nacional Hostosiano, de Puerto Rico. Marko Quiroga Bezaín, de la Universidad Mayor de San Simón, Bolivia. Y así otras personas de América y Europa, muy preocupadas por el resultado de la elección en Puebla.
¿Qué alegan?
Que el candidato de Morena, Miguel Barbosa, perdió por sólo cuatro puntos de diferencia ante la candidata panista Martha Erika Alonso, cuando el abanderado presidencial de la coalición Morena-PT-PES ganó la entidad por amplio margen. Además, dicen, hubo encuestas de salida que daban adelante al morenista.
Por eso quieren anular solamente la elección de gobernador. Tal vez en Venezuela, Bolivia, y algunos en el País Vasco no lo sepan, pero los ciudadanos que contaron las boletas de la elección presidencial son los mismos ciudadanos que las contaron en la de gobernador.
¿Contaron bien en la presidencial y contaron mal en la de gobernador?
Y eso de que AMLO ganó por mucho y Barbosa perdió por poco es más risible todavía. Pasó en varias otras entidades donde no hay inconformidades.
En Yucatán ganó la elección de gobernador el panista Mauricio Vila y en tercer lugar quedó el morenista Joaquín Jesús Díaz Mena. Y la presidencial se la llevó AMLO.
Adán Augusto López, de Morena, triunfó en la elección para gobernador de Tabasco con una votación formidable: seiscientos un mil 987 sufragios (61.45 por ciento), pero en la elección presidencial en esa entidad López Obrador tuvo 150 mil votos más que el candidato a gobernador de su partido (79.83 por ciento).
Similar diferencia de votantes entre el abanderado presidencial y el de gobernador hay en Morelos, Chiapas (más de veinte puntos porcentuales distancian a AMLO de su candidato a gobernador, Rutilio Escandón), y nadie alega nada.
¿Hubo fraude en favor de López Obrador en Tabasco, Yucatán, Chiapas, Jalisco…?
Claro que no. Simplemente hubo voto diferenciado
De esa manera funciona la democracia. Los votantes suelen sufragar por los candidatos más que por los partidos.
Y Puebla no fue la excepción. Barbosa sacó muchos menos votos que AMLO y debe asimilarlo.
Pero no. Ahí va el cabildeo de Muñoz Ledo con magistrados del Tribunal, al que presionan con firmas de personas del exterior. Típico de Ackerman.
Y típico del ala dinosáurica de Morena: donde pierden, arrebatan. No reconocen jamás al vencedor. Imposible pedirles civilidad y un gesto democrático.
Vamos a ver si el Tribunal se deja impresionar cuando le llegue el caso.