El agua, un derecho del pueblo
Uno de los grandes aportes del gobierno de Ernesto Zedillo a la democracia fue la consolidación de la libertad de expresión. Incluso en el Gobierno de Zedillo la figura presidencial ya no fue intocable para los medios.
Con Vicente Fox, medios y ciudadanos criticaron sin freno al primer presidente no priísta y se metieron hasta con las toallas y con una supuesta adicción del mandatario.
Felipe Calderón fue criticado con saña y ferocidad –incluso lo motejaron como “fecal”–, y en su caso empezó la siembra de odio cuando adictos a Obrador lo difamaron por un supuesto alcoholismo.
Y Peña Nieto fue criticado y difamado a placer –sobre todo en redes–, y hasta víctima de una bien orquestada campaña de odio. Hoy Peña es culpable de todo, incluso de que el país transite sin crisis política y económica.
Queda claro que en los últimos cuatro gobiernos floreció la libertad de expresión y que –a pesar de la crítica–, ningún presidente acusó una “relación perversa” con los medios y menos motejó como “prensa fifi” a sus críticos.
Sin embargo, abundan los indicios de que el tiempo de la libertad de expresión ha llegado a su fin. El siguiente gobierno, de Andrés Manuel López Obrador, aún no asume el cargo y ya descalificó a los críticos a los que llamó “prensa fifi” y “prensa de consigna”.
Peor aún, el futuro director de Comunicación Social del gobierno de Morena, Jesús Ramírez Cuevas, dijo que el término “fifi” no debe ser visto como “ofensivo”, sino “como descriptivo”, en contraste con la CIDH, que invitó al futuro presidente mexicano a no descalificar a los críticos.
Más. El futuro vocero participó en un furo sobre la relación poder y medios –en la Cámara de Diputados–, y al cuestionarle la descalificación del nuevo presidente a los medios, mostró su ignorancia del tema.
Sostuvo que en México muchos medios dicen representar a la sociedad cuando, en realidad, “sólo representan y defienden ciertos intereses políticos y económicos; es cuando a esos medios se les hacen esos señalamientos (de prensa fifi) pero no debemos tener la piel tan fina para sentirnos ofendidos”.
Está claro que el vocero ignora los básicos democráticos; la pluralidad de pensamiento y la diversidad de visiones periodísticas y empresariales.
Y es que si en todo el mundo los medios defienden líneas editoriales diversas e intereses políticos y económicos distintos, es porque representan a la sociedad de pensamiento diverso y a los interés económicos distinto.
Ahora resulta que la pluralidad mediática y la pertenencia a intereses políticos y económicos diversos –la riqueza del concepto democrático–, son vistos por el vocero como sinónimo de “prensa perversa”.
¿Qué no Jesús Ramírez fue editor de “Regeneración”, órgano de propaganda de Morena y de AMLO? ¿Qué no las líneas editoriales de La Jornada, Milenio, Televisión Azteca y Televisa defendieron la campaña de AMLO? Todos intereses políticos legítimos y legítimos intereses económicos.
¿O quieren el vocero un pensamiento único y un poder único? Eso es dictadura.
Al tiempo.