El turismo se convierte en la segunda fuente de ingresos en Tlaxcala
CANCÚN, QRoo, 21 de julio de 2019.- En la viva cultura maya, muchas historias se cuentan alrededor de ellos, por lo que poseen como plus un halo místico. Su agua, a veces, extremadamente fría, de una cualidad cristalina, es subyugante y roba el asombro y suspiros en un marco natural único, subterráneos o sobre la superficie… son los cenotes y en Quintana Roo son una experiencia única, una visita inolvidable y obligada.
En la Riviera Maya podemos encontrar al Siete Bocas, Chac Mool, Cristalino, Chi kin-Ha, Azul, Tajma Ha, Aktun Chén, Xunaan Ha, Tak Be Ha, Dos Ojos, Manatee, Nohoch Nachich, Gran Cenote, Cristal, Escondido, Ik Kil.. esperando al visitante con sus tranquilas aguas de colores fuertes o tenues.
Los cenotes se forman por el suelo calcáreo, que absorbe el agua de lluvia y la almacena en el subsuelo. A lo largo del tiempo se forman cuevas inundadas y esa caprichosa belleza que se derrama y cautiva al visitante.
La palabra cenotes proviene del vocablo maya tz’onot, que significa abismo, según científicos están interconectados en toda la Península de Yucatán.
Eran y son todavía para los mayas vivos, lugares sagrados en donde se practican aún rituales y ceremonias.
Los cenotes subterráneos son los más jóvenes y en su mayoría su agua semi dulce se conecta con el mar, sus colores varían según su cúmulo de minerales.
Los cenotes semiabiertos tiene una edad media y por su flora y fauna son perfectos para practicar buceo o snorkel. Los cenotes abiertos son los más viejos, porque eran subterráneos, pero las paredes se erosionaron y perdieron fuerza.
En los subterráneos se pueden observar las caprichosas estalactitas, gracias a las gotas de agua que al caer disuelven la roca caliza y crecen 2.5 centímetros cada cuatro mil años.
En Yucatán se encuentran alrededor de unos ocho mil cenotes, pero en Quintana Roo no se han podido contabilizar debido a la gran vegetación. Vestigios, ruinas, incluso animales de muchos miles de años yacen en sus profundidades.
Son para buzos experimentados y científicos un paraíso aún insondable. Sin embargo, para el turista su admirable belleza y su clara superficialidad es un agasajo que no debe perderse en su visita por Quintana Roo.