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Los Niños Mártires no necesitaron milagro para su santificación, la santa sede valoró que fueron asesinados entre 1527 y 1529 por “odio a la fe”
TLAXCALA, Tlax., 23 de marzo de 2017.- A pesar de que la diócesis de Tlaxcala no cuenta con un Obispo desde junio de 2016, este 23 de marzo el Papa Francisco aprobó la canonización de los beatos Cristóbal, Antonio y Juan, mejor conocidos como los Niños Mártires de Tlaxcala.
De acuerdo a la sala de prensa del Vaticano, durante un encuentro del pontífice con el cardenal Jorge Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, se avaló la canonización de Cristóbal, Antonio y Juan, quienes fueron asesinados “en odio a la fe” entre 1527 y 1529.
Los protomártires de América, fueron beatificados por Juan Pablo II el 6 de mayo de 1990, en la Basílica de Guadalupe, durante su segunda visita a México y desde entonces la iglesia católica de Tlaxcala venía promoviendo la santificación de los infante, quienes para ser canonizados no han necesitado ningún milagro, sino el parecer positivo de los miembros de la Congregación para las Causas de los Santos en el que se reiteraba su asesinato por «odio a la fe», según se dio a conocer en el comunicado oficial.
Cristóbal, Antonio y Juan, asesinados en el siglo XVI por odio a la fe
De acuerdo a lo publicado ante la santificación de los mártires tlaxcaltecas, Cristóbal nació en una población de Atlihuetzía y cursó sus estudios en la escuela franciscana de Tlaxcala hacia 1524 – 1527. Murió a la edad de 12 años.
Se dice que fue hijo de Acxotecatl y cuando los franciscanos reunieron a los hijos de los caciques para formar la primera escuela, Cristóbal fue de los que más tarde llegó a la instrucción, pero a pesar de esto asimiló con rapidez la doctrina cristiana, a tal grado que él mismo pidió el bautismo.
En seguida, comenzó a exhortar a su padre y a sus familiares para que dejaran la embriaguez y abandonaran los ídolos, porque era un pecado.
Su padre Axcotecatl pensó que lo que le decía su hijo era una simple repetición de las enseñanzas de los frailes y no le hizo caso, y ante esa indiferencia Cristóbal derramaba el pulque que se encontraba en la casa de su padre y destruía a los ídolos.
Irritado Axcotecatl, en un festejó familiar, comenzó a increpar al infante, lo golpeó y finalmente lo echó al fuego.
El niño fue rescatado aún con vida por su madre, se dice que Cristóbal sobrevivió las primeras horas del día siguiente y más tarde murió.
La historia cuenta que el niño fue sepultado en una habitación de su propia casa, sin embargo, cuando se descubrió el crimen, Fray Andrés de Córdoba, trasladó el cuerpo de Cristóbal al ex convento de San Francisco, actualmente la catedral de La Asunción.
Antonio y Juan, por su parte, nacieron en el pueblo de Tizatlán, uno de los cuatro señoríos de la antigua República de Tlaxcala. Antonio era nieto de Xicohténcatl, uno de los cuatro Señoríos.
La historia dice que dos años después del martirio de Cristóbal, llegaron a Tlaxcala dos religiosos de la orden de Santo Domingo, uno se llamaba Bernardino Minaya, el otro, probablemente, era Gonzalo Lucero, quienes al ver a tantos niños de la escuela franciscana, suplicaron a Fray Martín de Valencia que les diera a algunos para sus compañeros, ya que les servirían de catequistas e intérpretes.
Durante su viaje llegaron a Tepeaca, ahí los frailes dominicos comenzaron la predicación del Evangelio; fue entonces cuando los niños se dedicaron a recolectar ídolos en las poblaciones de Tecali y Cuahutinchán, donde fueron sorprendidos por los naturales que los mataron a palos.
Los cuerpos fueron arrojados a una barranca y de ahí fueron llevados a Tepeaca y sepultados en una capilla.
Se dice que fue Fray Toribio de Benavente (Motolinía), uno de los 12 frailes que llegaron a México en 1524, quien siendo guardián del convento de San Francisco de Tlaxcala en 1539 recolectó la información histórica en Atlihuetzía.
Y fue Luis Munive y Escobar, quien como primer obispo de la Diócesis de Tlaxcala, durante su ministerio promovió la causa de beatificación de los Niños Mártires de Tlaxcala lo cual se logró en 1990.
Mientras que los obispos Jacinto Guerrero Torres, ya fallecido, y Francisco Moreno Barrón, obispo de Tlaxcala hasta agosto de 2016, fecha en la que asumió el Arzobispado Metropolitano de Tijuana, le dieron continuidad a la causa de la canonización de estos infantes considerados como protomártires de la iglesia católica mexicana.
Por eso llama la atención que se dé la canonización de Cristóbal, Antonio y Juan sin que la santa sede haya nombrado obispo para Tlaxcala desde ha ya casi nueves meses.