CIUDAD DE MÉXICO, 23 de marzo de 2017.- A 23 años del asesinato de Luis Donaldo Colosio, el caso aún está sin esclarecer, pese a que la investigación oficialmente ya fue cerrada.
Así lo considera la reportera Laura Sánchez Ley, autora del libro Aburto, testimonios desde Almoloya, el infierno de hielo, editado por Grijalbo.
En la obra de reciente aparición, la reportera, oriunda de Tijuana, Baja California, ciudad donde el 23 de marzo de 1994 fue asesinado el entonces candidato a la Presidencia de la República, presenta un perfil de Aburto, quien de acuerdo con la fiscalía especial del caso, fue el único responsable del magnicidio que cambió el rumbo de la política mexicana de aquel año.
Quadratín México la entrevistó al respecto de su perfil que inició desde el 2012, y la pregunta sobre la responsabilidad de Aburto en el magnicidio, es inevitable. Con base en su investigación, responde:
“Mario Aburto tal vez sí participó en el asesinato, sin embargo, tantas inconsistencias y tanto afán por reafirmar que era un loco que lo hizo sólo, nos mete esta duda y esta teoría que quedó en el imaginario colectivo mexicano de que es un chivo expiatorio”, reconoce.
-¿Sí está en duda su responsabilidad?
-Mira, la investigación oficial dice que sí fue y eso no lo puedo refutar, no soy agente pericial, entonces sería complicado dar una respuesta. Sí te platico cosas que encontré y me platicó la gente. Hubo sólo un fotógrafo que captó toda la secuencia en Lomas Taurinas, un fotógrafo que trabajaba para Los Angeles Times. La pasó mal, tuvo resguardo del departamento de Seguridad y Justicia de Estados Unidos, estuvo congelado mucho tiempo, él estaba de enviado, es la única persona que logró tomar toda la secuencia. Le pregunto a Gilbert, ‘¿fue?’ Y me dice ‘no tengo ninguna duda’ y me mostró la secuencia fotográfica desde que inicia el mitin hasta que acaba. Te puedo decir que en ese momento no hubo ninguna suplantación.
Aniñado, lector, serio…
Sánchez Ley hace el perfil con ayuda de familiares, amigos, abogados y expertos que le facilitaron expedientes, como César mancilla, quien defendió a Aburto en la Ciudad de México, y quien se fue a vivir a Francia luego de ser amenazado.
Con base en su investigación muestra a un Aburto astuto, serio, voraz lector de Gabriel García Márquez, con carácter aniñado, sueños de grandeza y quien esa tarde en el mitin mortal de Lomas Taurinas, efectivamente portaba un arma.
La autora recupera las inconsistencias del caso, como que cuando le presentaron a María Luisa Martínez a su hijo dentro de las instalaciones de la Procuraduría General de la República (PGR), a pocas horas del asesinato, ella le buscó una cicatriz y al no encontrársela dijo que no era.
O como cuando José Luis Pérez Canchola, procurador de Derechos Humanos en Baja California acudió a las oficinas de la PGR donde interrogaban a Aburto, y al verlo no avaló y no firmó la averiguación previa, al considerar que las declaraciones del sospechoso habían sido sacadas luego de haberlo sedado.
También recupera la visita que el entonces gobernador de Sonora, Manlio Fabio Beltrones, le hizo a Aburto, antes de ser trasladado a la Ciudad de México, desde donde sería llevado a Almoloya de Juárez.
Presenta algunos de los nombres de personas relacionadas con el caso que fueron asesinadas o amenazadas, y abusos sufridos por familiares de Aburto.
“Las hermanas pequeñas y su madre habían sufrido abuso en la PGR, hacían modelar a las hermanas más pequeñas sin ropa ante las autoridades ministeriales, y estuvieron torturando varios días al hermano menor de Mario Aburto”.
En contraste, también fue la propia madre de Aburto quien una semana después, en Almoloya, reconoció a su hijo. “
“Hay una teoría dice que Mario fue suplantado al momento de la presentación en Almoloya de Juárez, de tan drogado, de tan golpeado que estaba y le pregunto, ¿es tu hijo la persona que identificaste en Almoloya de Juárez? Sí, si es mi hijo”.
-El libro es un recordatorio de inconsistencias, dudas, teorías de la conspiración, ¿crees que hay que seguir investigando?
-Tenemos que ver nuestra historia, el 94 fue un año complicadísimo, hubo varios magnicidios [también fue asesinado José Francisco Ruiz Massieu]. Si enfocamos esto como algo que impacta y afecta a la gente, 1994 no se ha aclarado y esa es una de mis peticiones, y una de las solicitudes hechas al gobierno. Uno pensaría que luego de 23 años la nube de humo ya se disipó y tendríamos acceso a estos archivos, es importante que nos desclasifiquen estos archivos.
-¿Eso abona a teoría de la conspiración?
Claro, porque si lo mantienes en reclusión por 24 años, si su familia dice que no sabe si está vivo porque no tiene contacto con él desde hace 22 años, entonces qué pasa, abonas a esta teoría y las prácticas que utilizó el PRI en 1994 y que son sistemáticas, entonces es importante que lo aclaren.
-En tu caso hubo algo que no pudiste, que te quedaste con ganas, ¿recibiste amenazas?
-No recibí ninguna amenaza de ninguna manera, sin embargo hubo algo que no pude hacer que fue entrevistar a Mario Aburto, tuve que hacer un perfil con base en amigos, abogados, familiares a todo el círculo cercano de Mario Aburto, fue muy complicado el proceso, las peticiones se hacen ante la Secretaría de Gobernación, la Comisión Nacional de Seguridad, obviamente seguí el canal oficial de las dos instancias de gobierno. Fue complicado, metí cartas, hice solicitudes oficiales a través de Gobernación pero las respuestas fueron negativas. Es más, la carta y las peticiones ni siquiera llegaron a Mario Aburto porque a través de un amigo seguí la fuente extraoficial, me dijo ‘sabes qué ya me dijeron que el asunto no va a pasar, no tienes las influencias para llegar a Mario Aburto’.
-¿Nadie ha llegado?
-Nadie, solamente una persona, un periodista en 1994, bueno hubo varias personas, tres que tuvieron que validar la personalidad de Aburto y corroborar que era un asesino solitario y utilizaron el sistema que usaba el PRI en ese entonces: una persona de la iglesia católica, una monja; un periodista a través del intercambio de una exclusiva, él validó la versión del asesino solitario.
-¿Quién era?
-Jesús Blancornelas [fundador del semanario Zeta], el mismo Mario Aburto nos dice en el libro: qué quería que le dijera, a mí me estaban torturando en Almoloya para que corroborará la versión al día siguiente. Y tenemos una tercera persona que es José Luis Pérez Canchola y si bien él no firmó nos dice ‘sí, la persona que estuvo en la PGR y en Almoloya de Juárez es la misma, pero no puedo afirmar que fue quien disparó’.
-¿Por qué hay que leer su libro?
-Porque es necesario que tengamos otra historia distinta. Tenemos esta versión oficialista que nos siguen machacando los medios, cuando fue el 20 aniversario vimos como a un medio de comunicación le filtraron un supuesto pase de lista donde decía ‘sí, está vivo, aquí está la evidencia de que él lo mató’, como agente pericial el periodista. Vemos que se siguen usando los mismos medios y métodos y es necesario que las nuevas generaciones conozcan las dos partes de la moneda, hasta cierto punto que Mario Aburto ofrezca una versión justa y la más justa es acercarnos, conocerlo como persona, cuáles eran sus gustos, qué gente ha estado ahí, qué ha hecho en Almoloya de Juárez para no solo tener la idea del asesino loco que salió del cuarto a matar a alguien. -¿Está aislado y ha resistido, no hay reporte?
-No hay nada.
Lo último que me platicaba una conocida es que Mario se está quedando ciego, está recluido en el penal de Huimanguillo, Tabasco, tiene pocos años que lo sacaron noche de Almoloya de Juárez y lo trasladaron a este penal muy rápido, todo clandestino. Él se está quedando ciego, es algo que pide desde 1994, denme unos lentes y no ha pasado. Cosas tan básicas que uno pensaría tan elementales pues en reclusión no ha habido.
-¿Ha habido maltrato, ensañamiento contra él?
-Yo no puedo contestarte con certeza a esa pregunta, solo puedo tener aproximación a través de las cartas y las llamadas que ha hecho su familia en los últimos 20 años y la ultima el año pasado Mario decía que era tratado de mala manera por las autoridades penitenciarias, que en 23 años nada ha cambiado, que no le permiten hacer llamadas telefónicas, vemos que ahora existe denuncia de que se está quedando ciego, vemos el historial médico que tiene una aproximación todas las enfermedades de la reclusión que tiene y que no han sido bien atendidas según el propio Mario, entonces con base en lo que nos dice la familia y el propio Mario vemos que sí ha existido una violación sistemática de los derechos humanos del reo, pero como pasa con miles de roes en México así es el sistema penitenciario.