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CIUDAD DE MÉXICO, 25 de febrero de 2020.- Científicos de la UNAM han descartado el nacimiento de volcán en Michoacán, tras el enjambre sísmico que ocurre en la entidad desde el pasado 5 de enero.
Se han hecho estudios con magnetómetros, medición de dióxido de carbono difuso en suelos, medición de radón, muestreo de aguas y deformaciones.
Los expertos encabezan la vigilancia y monitoreo de este fenómeno que ha causado tres mil 287 microsismos, rompimiento de fallas y fracturas en distintos niveles, que van de 40 a cinco kilómetros de profundidad, sin que sean indicativo del nacimiento de un volcán.
Hugo Delgado Granados, director del Instituto de Geofísica (IGf), explicó que desde inicios de este año ocurrió una serie de sismos en una región de Michoacán cercana al volcán Paricutín y a la población de Uruapan. Inicialmente el registro lo hizo el Servicio Sismológico Nacional (SSN) con su red de estaciones sismológicas, y luego participaron expertos del IGf y de las universidades de Colima y Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.
Víctor Hugo Espíndola Castro, subdirector de investigación del SSN, comentó que los microsismos ocurridos no son perceptibles para el ser humano ni han causado daños en viviendas, pero son detectados por instrumentos; así, se han registrado tres mil 287 eventos con magnitudes entre 2.6 y 4.1. “En total se han registrado más de cinco mil sismos muy pequeños, si se toman en cuenta incluso los de magnitud uno”.
Servando de la Cruz Reyna, investigador del Departamento de Vulcanología del IGf, expuso que los enjambres sísmicos se han presentado varias veces en esa región. “El primero fue en 1943 y culminó con el nacimiento del volcán Paricutín. Posteriormente hubo otros tres en 1997, 1999 y 2006, este último con características similares al actual. En estos tres últimos no hubo llegada de magma hacia la superficie”.
Delgado Granados resaltó que hasta ahora se han integrado trabajos vinculados con la sismicidad, y para descartar que se trate del nacimiento de un volcán, se han hecho diferentes estudios con la instalación de magnetómetros, medición de dióxido de carbono difuso en suelos, medición de radón, muestreo de aguas; además de analizar las deformaciones a través de diferentes métodos. “Ha sido resultado del trabajo conjunto de unos 50 investigadores y técnicos académicos de las tres instituciones”.
En tanto, Espíndola Castro recordó que, inicialmente, para la medición se utilizó la red de estaciones del Servicio Sismológico Nacional, y al continuar la actividad especialistas del Centro de Geociencias instalaron sensores locales que dieron mayor precisión, además de una estación del Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred).
Desplazamiento horizontal de magma y sismos pequeños
De la Cruz Reyna explicó que la mayor parte de las fracturas producidas con el actual enjambre sísmico son pequeñas. “Se sugiere que la fuente del esfuerzo es un movimiento de magma, pero a profundidades de 10 kilómetros o más. Esto es muy común en zonas volcánicas y significa que el magma, que posiblemente esté produciendo el esfuerzo, puede tener origen en el desplazamiento”.
El vulcanólogo remarcó que el actual enjambre sísmico no culminará con el nacimiento de un volcán por varias razones: la profundidad de los sismos se mantiene baja y la mayor parte del desplazamiento de magma es horizontal.
“Hay una cantidad importante de magma, pero normalmente estancado a gran profundidad, no se mueve. Eventualmente algunos paquetes de ese magma buscan caminos, que pueden ser verticales, inclinados u horizontales, como en este caso, y por eso no llegan a la superficie”, precisó.
Carlos Gutiérrez Martínez, del Cenapred, dijo que en el proceso de estudio del enjambre sísmico en Michoacán ha existido una coordinación permanente entre el gobierno federal y el Instituto de Geofísica. “Tenemos reuniones técnicas, mantenemos la vigilancia, cuidamos ser preventivos y no sobrerreaccionar”.
Los microsismos no han sido percibidos por la población ni han causado ningún daño en las viviendas, concluyó.