Poder y dinero
¡El odio militante!
Ya documentamos que la memoria de muchos mexicanos con derecho a votar y ser votados tiene un poderoso componente militante que los hace ciegos, sordos y mudos a toda crítica que involucra a su ídolo político. A eso le llamamos memoria militante.
Pero en tiempos de redes, de verdades alternativas y legiones de idiotas el odio también se ha contagiado de la militancia partidista.
Por ejemplo, no es nuevo el odio a los periodistas que piensan distinto. Incluso, no pocos periodistas siembran odio contra otros colegas que disienten de ellos o que tienen una idea o un pensamiento diferente.
Pensar distinto y hacer público el pensamiento diferente -sea en prensa, radio, televisión o redes- es causal de rabiosos ataques de todos aquellos que dicen poseer la verdad, de los iluminados, de los que hablan con Dios y con el diablo.
En México, pensar distinto y expresarlo de manera pública es el mayor pecado entre el gremio periodístico. Es causal de muerte.
Es decir, que aquellas que serían grandes virtudes en una democracia moderna y consolidada -hablamos de la pluralidad informativa y la diversidad de pensamiento expresadas en los medios-, en México son un pasaporte a la muerte. Por ejercer y defender esas virtudes democráticas han sido asesinados más de 100 periodistas mexicanos en el nuevo siglo.
Pero en los tiempos de polarización política, en tiempos electorales, de redes y legiones de idiotas, el odio al pensamiento distinto ya alcanzó una nueva categoría: la de odio militante.
Y es que para muchos periodistas que han olvidado los básicos del oficio y que defienden una militancia partidista -y para otros que nunca aprendieron el oficio, menos los básicos-, es sinónimo de odio, traición, desprecio y hasta furibundos ataques públicos y amenazas de muerte negarse a militar al lado del ídolo político del momento o cuestionar su estratagema y sus objetivos políticos.
Para esos periodistas, políticos y ciudadanos los actuales no son tiempos de disentir, debatir, discutir, criticar y del ejercicio saludable de la autocrítica. No, para todos ellos los actuales son tiempos de odio contra el que piensa distinto o contra el que se niega a militar y decide criticar los excesos, abusos, incoherencias e incongruencias del ídolo político del momento.
Pero ese odio se transforma en furibunda agresión cuando un periodista o un ciudadano de a pie se atreve a cuestionar al prohombre de la política, al salvador de la patria, a AMLO.
Entonces aparece rabioso el odio militante que se expresa mediante todo tipo de insultos, ofensas, descalificaciones y llega al extremo delirante de la amenaza de muerte. No estar con AMLO, por ejemplo, o cuestionar sus excesos demagógicos y engañabobos, empuja a la rabiosa legión de idiotas a calificar al periodista o al ciudadano de traidor, vendido y sirviente de “la mafia del poder”.
Y esa enfermedad del odio militante es más furibunda cuando aparecen Carlos Salinas, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto; “demonios” que son la caricatura del odio militante de AMLO. ¿Quieren ejemplos?
Como todos recuerdan, AMLO ha insultado a mujeres como Ruth Zavaleta, Margarita Zavala y recientemente a Delfina Gómez. El insulto a esas tres mujeres -por citar tres casos-, no solo no fue cuestionado por los rabiosos grupos feministas que dicen defender la causa de género, sino que fue premiado y aplaudido por las propias mujeres.
Sin embargo, cuando Felipe Calderón hizo circular un tuit juguetón con el nombre de Delfina Gómez y el término coloquial de delfín en la política, la emprendieron a palos contra Calderón. De locos, entonces el ex presidente cometió la peor de las ofensas contra una mujer.
¿Por qué la ceguera, sordera, pérdida del habla de los y las simpatizantes de AMLO cuando el eterno candidato presidencial ofendió a mujeres opositoras a su causa?
AMLO ha insultado a políticos, presidentes, periodistas, académicos y, sobre todo, insultó a los ciudadanos con una montaña de mentiras sobre el supuesto fraude en 2006 y 2012 y hasta con la toma del corredor Reforma-Zócalo. Y ninguno de sus adoradores abrió la boca, nadie dijo nada, y peor, muchos aplaudieron el insulto.
Pero Calderón manda un tuit burlón de los fanáticos de AMLO, y rabiosa la jauría se lanza contra el ex presidente, empezando por ignorantes de la política y de lo que pasa en México, como Gael García.
Y del presidente Peña Nieto, ni hablar. El odio sembrado en su contra es demencial. En días pasados dijo que la supuesta crisis que vive México está en la mente de los que la imaginan.
La legión de idiotas lo apaleó. Y, claro, nadie leyó a Enrique Quintana, en El Financiero, quien, con datos duros, demostró que la crisis económica es un invento con fines electoreros.
Así el odio militante.
Al tiempo.