Ricardo Alemán/ Quadratín
¡Que den “por muerto” a Videgaray!, ¿será?
La fórmula empleada por Luis Videgaray frente a las presidenciales de 2018 es una calca de la utilizada por Andrés Manuel López Obrador en 2006. La diferencia, como saben, es el fraseo.
En 2004 y 2005, López Obrador -entonces jefe de Gobierno del Distrito Federal-, no tuvo empacho en repetir en todos los tonos que “lo dieran por muerto” para las presidenciales de 2006. Y, como recuerdan, se trató de uno más de los engaños de AMLO. A su vez, y cada que le preguntan sobre ambiciones presidenciales para 2018, el titular de Relaciones Exteriores dice, repetidamente, “¡no, no y no”. Es decir, hoy Videgaray dice que “lo den por muerto”.
Sin embargo, igual que lo hizo López Obrador en 2006, hoy todos saben que los “no, no y no” de Videgaray son -en realidad- “de dientes para afuera”. Es decir, que a pesar de que ha negado todo interés en la candidatura presidencial por el PRI, lo cierto es que Videgaray no se dará por muerto sin pelear hasta la última batalla. Por eso, los hombres del canciller insisten en que están en un grave error quienes lo dan por muerto.
Y tienen razón los cercanos al jefe de la diplomacia mexicana. Y es que, como buen animal político, Videgaray no solo no está muerto, sino que nadie puede descartarlo para 2018. Y es qué, además de jugar una carta personal, el canciller tiene en sus manos una baraja completa. ¿Y qué quiere decir eso?
Elemental, que si al final de cuentas Videgaray no resulta agraciado por “el dedo de la sucesión”, entonces empujará a sus aliados y compañeros de gabinete, entre quienes aparecen Aurelio Nuño y José Antonio Meade. Incluso, hay quienes dicen que en esa lista también se encuentra el ex rector y titular de Salud, el doctor José Narro, a quien manos interesadas empujan a las alturas del imaginario colectivo, en una suerte de moderno “globo de Cantolla”.
Sin embargo, y a pesar del incansable activismo del grupo político de Videgaray -y de su cercanía e influencia frente al presidente Peña Nieto-, lo cierto es que ni todos juntos, “los hombres de Videgaray” logran los números de conocimiento y preferencia que por años ha mantenido el titular de Gobernación, Miguel Ángel Osorio.
Es decir, que a pesar de los golpes bajos que durante años ha enfrentado Osorio, a pesar de la fuga de El Chapo y que durante meses fue el único que le hizo frente a AMLO, nada ni nadie ha podido “tirar” a Osorio de las encuestas.
Y es que en todos los muestreos de opinión Osorio aparece como tercero en discordia, no lejos de Margarita Zavala y AML0, que son punteros en todos los ejercicios demoscópicos. Más aún, en todas las combinaciones entre distintos presidenciables de PRI, PAN, PRD y Morena, Osorio se mantiene en tercer lugar, lo que confirma que más allá de grillas, intrigas, peleas y guerras intramuros del gabinete, el jefe de la gobernabilidad del país sigue en la pelea de 2018.
Pero no solo eso. A despecho de muchos, Osorio sigue como puntero en las encuestas. Y, precisamente por su condición de puntero, ha sido el hombre a vencer desde el arranque del gobierno de Peña Nieto.
También por eso se ha tejido toda clase de intrigas, supuestas peleas, imaginarios mensajes de que lo mandaron “a la congeladora del poder” y hasta se ha inventado que el Presidente le retiró no solo su amistad, sino la palabra.
Ese potaje propio de la intriga palaciega de los tiempos sucesorios no se sostiene por ningún lado.
Y es que, en ninguna parte del mundo, el jefe de las instituciones puede darse el lujo de romper relaciones con el colaborador que más necesita en el último tercio de su gestión; el hombre capaz de garantizar la gobernabilidad del país, más allá de que pudiera o no ser el elegido.
Y si en algún momento es fundamental la gobernación interna del país, es justo en los previos al alumbramiento del sucesor. Y en esa materia, Osorio es hoy el más eficaz, más allá de que en pocos meses pudiera sea o no el elegido.
Se equivocan quienes creen que el PRI procesará su candidatura presidencial igual que lo hacen el PAN, el PRD o Morena. Se equivocan aquellos que por adelantado dan como ganador a tal o cual y por muerto a mengano o perengano. No, en el PRI lo único seguro es que aún no hay nada para nadie.