Inseguridad y violencia no paran
No sé usted, pero yo me siento indignado. No por el coronavirus que amenaza arrastrarnos a la tumba, ni por la inseguridad y la pobreza crecientes, o el fracaso reiterado del gobierno ante el desastre nacional; no, al menos no por hoy.
Mi indignación tiene que ver con algo que define el estado de cualquier democracia, y la que de hecho suele definirlas, y que a los periodistas mexicanos nos costó una dura lucha los últimos 40 años, con cientos de muertos de nuestro lado y cuyo número sigue creciendo; algo que los que saben de esto llaman libertad de expresión, que no es algo que nos haya regalado este gobierno, pero sí algo que nos escatima.
Lo hace a la vista de todos mediante condenas mañaneras contra los críticos, periódicos y periodistas, castigándolos a unos y persiguiéndolos a los otros, o mediante la larga e impune campaña terrorista a través de redes sociales, cuyas estrategias el gobierno condena sólo cuando no le son favorables. Pero sobre todo a través de campañas orquestadas por funcionarios y cabezas de organismos públicos.
Es el caso de Notimex, la Agencia Noticiosa del Estado Mexicano, como gusta presentarse. Y el asunto en este caso particular es grave, porque los pillaron con los dedos en la puerta, y porque cuando esto ocurrió llevaba ya centenares de despedidos, abandono de compromisos, responsabilidades y la mínima ética laboral al dejar varados, abandonados y sin recursos a más de una veintena de sus corresponsales en el extranjero, muchos de ellos con más de tres décadas en la agencia. Y no acatando una huelga que lleva ya varios meses e ignorando las órdenes judiciales para que suspenda labores, lo que significa una grave ruptura del orden legal. Al diablo, pues, las instituciones, que eso votamos. Todo eso ocurría ya cuando, decíamos, los pillaron con los dedos en la puerta.
Signa Lab, del ITESO, y Artículo 19, además de las investigaciones de Aristeguinoticias pudieron probar que Notimex desarrolla, al parecer con recursos públicos y ordenada por su directora, conclusión que se desprende de estas investigaciones, una campaña de difamación e intimidación contra periodistas críticos al gobierno actual, y contra sus trabajadores y excolaboradores y exfuncionarios de la agencia, comprobando una vez más el adagio que dice que de que la perra es brava, hasta a los de casa muerde.
No es que Notimex sea la única institución que lleva a cabo campañas contra los periodistas críticos, pues hay fundadas sospechas de que también se ordenan, y pagan, desde la misma Presidencia a través de los llamados Siervos de la Nación, y desde varias secretarías de Estado, pero he querido enfatizar que el de Notimex es un caso denunciado y probado por organismos autónomos de reconocido prestigio, así como por Aristeguinoticias, cuya directora es víctima de una campaña ruin contra su intimidad, así como otras figuras clave de nuestro diarismo, ese que ha venido luchando desde hace 40 años contra el silencio de los panteones de los gobiernos desde entonces imponen. En el año y medio del gobierno actual, el número de asesinatos de periodistas crece y crece, hasta acercarse a la veintena. El régimen actual los expone, primero desde el púlpito presidencial, poniéndoles una marca fácilmente identificable que luego siguen sus sabuesos, las hordas de fanáticos que hasta el día de hoy se han contenido en los límites de los ataques verbales, en línea, pero que podrían desbordarse a la primera insinuación oficial de que se debe pasar a los ataques directos contra esos enemigos, enemigos de la 4T, se entiende; sí, igual que ocurrió en la Alemania de Hitler y la Italia de Mussolini. La única diferencia será el color de sus casacas, en las primeras grises y negras; en las actuales, magenta.