Claudia Sheinbaum presentará Pensiones para el Bienestar en Tlaxcala
Nezahualcóyotl, 24 de abril, 2017.- Ya lo decía Carlos Monsiváis: en México no se discrimina, excepto a los pobres, los homosexuales, las prostitutas, los indios, las mujeres, los ancianos y todos aquellos que se arriben a la mente del lector.
El pequeño Hitler que todos llevamos dentro no pierde oportunidad y se expresa a la menor provocación. Incluso, señala don Lugar Común, hasta para defenderse de la discriminación se discrimina:
–Puto lo serás tú y los que de ti dependen.
–A quién le hablas, pinchi indio igualado…
El escritor Enrique Serna señala con acierto en su ensayo “México en el país de las castas”, que el racismo mexicano se propaga hacia abajo por un efecto de cascada, sembrando discordias y antagonismos entre la masa variopinta que debería oponerse al enemigo común.
En ocasiones disfrazada de chanza, broma, ocurrencia que se pretende inocua, la discriminación en México se ha eternizado, por más que desde el discurso gubernamental se pretenda lo contrario, o que desde ese mismo discurso los meros meros del poder en México se discriminen, como bien ha recordado Raymundo Rivapalacio en su columna: “Zedillo era despreciado por Salinas y por su equipo íntimo.
Nunca lo consideraron un buen economista y cuando en los días posteriores al asesinato de Colosio llegaron a mencionar su nombre en Los Pinos, entre los más cercanos al ex Presidente lo consideraban un zoquete”. (Según el diccionario de la Real Academia Española, “zoquete” es “persona tarda en comprender”.
Y quizá sea considerado así por sus antecedentes socioeconómicos que el mismo Rivapalacio trae a cuento): “Para Zedillo, que fue bolero en Mexicali, que egresó del Politécnico, que junto con su esposa recriminaba a quienes tenían dinero y compraban ropa en Rose, una tienda de ropa muy barata en Estados Unidos, el camino a su paraíso incluyó olvidarse de su pasado en México y de sus años difíciles como burócrata.”
En 2010 se dieron a conocer los resultados de la primera Encuesta Nacional sobre Discriminación, realizada por el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación. Para el investigador Alberto Aziz Nassif, sus resultados “nos muestran algunas de las partes oscuras de nuestra cultura nacional.
Las percepciones y acritudes que tenemos sobre los grupos más vulnerables del país expresan los núcleos duros con los que todos los días nos topamos: el país de los prejuicios, abusos y maltratos a los más débiles, los diferentes, los pobres, los indígenas, los morenos, los discapacitados, los homosexuales”.
Así las cosas, ¿cómo aniquilar al pequeño Hitler que todos llevamos dentro? Sobre todo con educación, perseverancia, conciencia de que somos únicos como género y a la vez diversos como la nación toda, del norte al sur y de costa a costa.
Que las capacidades y las oportunidades a todos debieran tocarnos y que sólo todos, como sociedad, haremos imposible que el racismo nos impregne con su aceitosa mancha que al ser social en pleno contamina, como en su momento ocurrió en la Alemania nazi, donde se aniquiló a casi 6 millones de judíos por asfixia, disparos, ahorcamiento, trabajos forzados, hambre, experimentos pseudocientíficos, tortura médica y golpes…
Qué necesidad hay, caray.