Indicador político
Con pincitas están tratando los gobiernos de Morena el problema de la violencia que se expresa en las marchas y otros entornos, donde actúan sobre todo grupos feministas. Tienen temor, tal vez, que la desbocada derecha los acuse de represores si detienen a las causantes de esos desmanes, que según el presidente AMLO, “están identificadas”. Lo que sucedió en la pasada marcha a favor del aborto legal el 28 de septiembre, donde la violencia desatada se ensañó sobre todo en 44 mujeres policías, es algo que no se puede tolerar y que amerita una aplicación urgente de protocolos que determinen la necesidad de su aplicación en el desboque y la justificación legal de los mismos. Llevar martillos, un arma letal y bombas molotov, calificada como arma de baja intensidad, pero generadora de incendios peligrosos, no puede ser aceptado, aunque se sabe que la intención de esos grupos es provocar una reacción de los gobiernos para después acusarlos de represores. Hay fórmulas y como gobiernos democráticos deben de saber hasta donde son los límites de detención cuando hay grupos masivos disfrazados, que destruyen y hacen peligrar la vida de organizadores de luchas legítimas abiertas, en esas marchas. Se detecta cierta molestia en la población que apoya al gobierno de la ciudad, por dejar que esa violencia vaya subiendo de tono. Al respecto la jefa de gobierno Claudia Sheinbaum ha informado que se limitará el acceso al Zócalo a contingentes masivos, aunque los hechos violentos se han visto ya en calles y en el monumento de la Revolución y el Ángel.
PROTOCOLOS DE LA ONU, SIEMPRE A PARTIR DE LA APLICACIÓN DE LA LEY
Los observadores de Derechos Humanos de la ONU, tienen una serie de protocolos y medidas para manifestaciones, con el fin de crear sus reportes y usar con minuciosidad lo que observan sobre todo cuando hay disturbios, para tener la información que se ofrezca a la opinión pública del país donde se observa y a la comunidad de naciones. Si una manifestación tiene presencia de cierta violencia no puede calificarse en general de violenta y como cada manifestante tiene derechos individuales y todos estos derechos están presentes mientras se manifiesta, el que haya personas que violentan significa que son éstas las que pierden el derecho a manifestarse y deben de ser retiradas o aisladas. En las manifestaciones la fuerza publica lleva todo los equipos disponibles, de antidisturbios, gases pimientas, gas lacrimógeno, agua para presión, etcétera, pero se señala que el uso de la fuerza solo procede cuando es estrictamente necesario y en la misma medida que el acto que se pretende disuadir y siempre basada esa disuasión en la ley del país. No se deben usar balas de verdad contra manifestantes, salvo en casos en que el agresor ponga en peligro la vida, respecto a lo cual se usará el mecanismo de la legítima defensa. La lista es larga pero gira siempre en función de respetar todos los derechos humanos aún cuando unas personas sean detenidas, aplicando en esos casos los protocolos legales.
LA MUJER POLICÍA MÁS FAMOSA DEL SIGLO PASADO, ANGIE DICKINSON
Aunque en los ejércitos modernos siempre ha habido mujeres militares, sobre todo en las dos guerras mundiales, la mujer policía, que ya existía en las corporaciones, solía aparecer de vez en cuando como ayudante en las novelas policíacas. Fue el éxito de una serie famosa de los años setenta del siglo pasado, con Angie Dickison como protagonista, lo que impulsó la carrera de muchas mujeres que deseaban entrar a ese medio. La ficción televisiva que tiene al protagonista como un ganador, en la serie exhibía parte de lo sobreactuada que era y es en realidad la policía estadounidense, más la de Los Ángeles donde se movía la serie. Ya en décadas anteriores en sus grandes novelas, Raymond Chandler ponía en su lugar a los representantes de esos cuerpos, sobre todo en su novela ¡Adiós para siempre, preciosidad! (Aguilar editor 1980). Angie con su belleza, fue un caso único de éxito en cuatro años en los que se filmaron 91 episodios los primeros escritos por Lincoln C. Hilburn, a instancias del director y creador de la serie Robert E.Collins. A propósito de mujeres policías como las que fueron golpeadas por grupos de enmascarados el pasado 28 de septiembre, se cuenta la anécdota de que en el octavo episodio de La mujer policía, donde las asesinas eran tres mujeres lésbicas, hubo una gran protesta del sector gay y feministas, lo que se considera un inicio de la lucha en contra de la homofobia. La bella Angie dejó el programa, y participó en películas y otras series y se le recuerda en especial en aquel filme famoso de Brian de Palma, Vestida para matar, en donde ni la policía la pudo salvar. Ella fue la pionera de otras series posteriores, como Los ángeles de Charlie y la Mujer Maravilla que tuvieron mucho éxito pero ante todo, catapultó al personaje policíaco femenino en novelas famosas de este siglo. Un caso especial se destaca en el tercer libro de la trilogía Millennium de Stieg Larson. Es la mujer policía Mónica Figuerola, acompañante de Mikael Blomkvist, el protagonista junto con Lisbeth Salander de las tres novelas.