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TLAXCALA, Tlax., 20 de marzo de 2021.- Pese a las restricciones migratorias del gobierno estadounidense, la política de detención del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y la grave crisis sanitaria y muertes por la pandemia del Covid 19, el éxodo de centroamericanos no detiene su cruce por la frontera del sur para adentrarse a México, llegar a Tlaxcala y seguir su paso a bordo de “La Bestia” en busca del sueño americano.
Desde octubre de 2010, el Albergue de la Sagrada Familia en Apizaco, Tlaxcala, ha atendido a más de 50 mil migrantes provenientes de países como Honduras, Nicaragua, Guatemala y El Salvador, que, a pesar de los peligros y el abuso de autoridades, la delincuencia, violencia y deportación, siguen su sueño por cruzar la frontera norte y encontrar mejores condiciones de vida.
En estas caravanas, lo mismo llegan hombres, mujeres y niños a bordo del tren o “La Bestia” como lo conocen, arriesgando su vida e integridad física, muchos quedan mutilados al caer del ferrocarril y tras la atención médica son deportados a sus países de origen, el resto que siguen librando y arriesgando su vida siguen su paso por el resto de los estados del centro y norte de México para llegar hasta la frontera.
La Casa del Migrante en Apizaco, nació a raíz del incremento del éxodo de centroamericanos en los años 90s, se consolidó y surgió desde la línea pastoral de las comunidades eclesiales de base de la iglesia católica que mantienen la teología de la liberación y de otras organizaciones sociales de ayuda.
Sin embargo, esta infraestructura solo puede recibir entre 50 y 100 migrantes diarios para no colapsar su ayuda y atención a estos centroamericanos que buscan llegar a la Unión Americana.
Hasta la fecha, ha ayudado a más de 50 mil migrantes provenientes de diferentes países de Sudamérica y estos apoyos son de diversos tipos, alimentario, de atención a la salud, hasta jurídico y migratorio, con la búsqueda incluso de visas humanitarias.
En entrevista a algunos migrantes provenientes de Honduras, acusaron que su principal motivación para emprender el viaje, fue la dura crisis económica y social que azotó en su país, a causa de la reelección del presidente Juan Orlando Hernández Alvarado.
Ambos hondureños, se mostraron agradecidos por que el albergue les haya ofrecido un lugar donde poder alimentarse y descansar, previo a continuar su recorrido.
Por otra parte, Sergio Luna Cuatlapantzi director de la Casa del Migrante de Apizaco, activista y defensor de los derechos humanos, comentó que desde el inicio de la pandemia y hasta agosto de 2020, el flujo migratorio disminuyó considerablemente, empero, desde septiembre incrementó el número de viajeros que atraviesan la entidad tlaxcalteca.
Pese a la peligrosidad por la pandemia y a un año de este virus en México y Tlaxcala, comentó que solo tienen registrado un caso de contagio por Covid 19 y por lo menos cinco casos sospechosos, sobre el único infectado era asintomático, no obstante, recibió el tratamiento TNR4, creado por la Secretaría de Salud del estado (Sesa).
El activista comentó, que el Albergue financieramente hablando se sostiene con los donativos monetarios y alimentarios que algunos grupos religiosos y colectivos civiles hacen, aunado a la cooperación de la Diócesis de Tlaxcala y organizaciones de carácter nacional e internacional.
Respecto a los migrantes que llegan al albergue, Sergio Luna detalló que por lo menos un 70 por ciento de viajeros provienen de Honduras, otro 20 por ciento de Guatemala y el resto de El Salvador.
La mayoría de migrantes, dijo, son menores de 17 años y más de la mitad porcentual es del género masculino, mientras que las mujeres que arriban al albergue, usualmente están acompañadas de infantes.
Todos salieron de sus hogares por la falta de alimento, la violencia que azota sus países, problemas políticos y la necesidad de cambiar su vida, sin embargo, en el cruce por México han encontramos más de lo que venían escapando, no obstante, con fuerza retoman diariamente su camino arriba de “La Bestia” para cruzar la frontera y ganar unos dólares tras largas y pesadas jornadas laborales, dinero que servirá para enviar como ayuda a sus familias que se quedaron es sus casas para mantenerse y sobrevivir.