Contexto
Esa, es la mala. La buena es que esto apenas comienza y tenemos mucha oportunidad de mejorar los procesos de vacunación. No hemos llegado ni al tres por ciento de la población con la vacuna dentro. Falta 97 por ciento restante.
El primer caso de coronavirus llegó en las últimas horas de febrero de 2020 a nuestro territorio. Lo vimos llegar plácidamente en nuestra zona de confort. Debimos haber anticipado que llegaría en avión y que en cosa de días estaría multiplicándose.
El gobierno supo reaccionar a tiempo y la Secretaría de Relaciones Exteriores, no la de Salud, comenzó las negociaciones para adquirir vacunas. Hemos aprendido que no es lo mismo apartarlas que pagarlas y no es lo mismo pagarlas que recibirlas y nada qué ver recibirlas que distribuirlas y distinto distribuirlas que aplicarlas.
Al momento de escribir estas líneas en el mundo se han aplicado 430 millones de dosis de las cuales 5 millones 200 mil han sido para mexicanos. Hemos cubierto al 2 por ciento de la población a vacunar según datos de Bloomberg que también señala que el total de la población en Israel ha recibido al menos una dosis.
Chile nos lleva la delantera pues ha vacunado al 22 por ciento de la población y para finales de esta semana estará vacunada el 30 por ciento.
Esta experiencia nos ha demostrado que para el proceso de vacunación no basta ser país desarrollado o tener mucho dinero, sino ser organizado y tener dinero, o más bien tener dinero y ser organizado.
¿Por qué Chile es ejemplo en América Latina?
Para Luis F. López-Calva, director regional del PNUD para América Latina y el Caribe, para que una campaña de vacunación sea exitosa hay tres factores importantes a tener en cuenta: primero, tener los recursos financieros para adquirir las vacunas; segundo, tener una buena estrategia para hacer la distribución de las vacunas, y, después tener la capacidad institucional y la estructura gubernamental para implementarla.
En Chile hicieron del reto de vacunación un reto nacional y todos los que quisieron y pudieron contribuir lo hicieron y ahí están los resultados.
Lo que me parece evidente es que perdimos muchos meses para organizar el proceso de vacunación al que nos enfrentaríamos. Debimos suponer, desde el momento en que negociamos la compra de los productos, al reto que nos enfrentaríamos. Pudimos haber resuelto en papel lo que tendríamos como reto meses más tarde. Es decir, desde hace más de ocho meses sabíamos que tendríamos que abordar el reto de salud más importante en la historia del país. El gobierno decidió echarse todo el paquete sobre sus espaldas y prefirió no sumar a los privados. Encargó la custodia de las vacunas al ejército y gran parte de la organización local a los servidores de la nación.
Los muchachos, servidores tienen más voluntad que eficiencia. Siempre de buena cara, con trato comedido y considerado hacen lo que pueden en un escenario que ciertamente no está dominado por la planeación. No hay procedimientos estandarizados, por eso hay tantas diferencias entre lo que pasa en una parte del país y en otras.
La falta de un modelo de vacunación estandarizado explica por qué en Iztacalco o en la Miguel Hidalgo, dentro de territorio de la CDMX miles de mexicanos por encima de los 60 años pudieron vacunarse en promedio en 40 minutos, incluidos los 20 minutos de observación posterior a la inyección mientras que en Tepoztlán o en alguna comunidad de Jalisco se requirieran de 5 o 6 horas para obtener la vacuna.
En muchas comunidades vimos a adultos mayores superiores a los 80 años tomar un banquito y esperar el momento de la vacuna luego de dormir en la intemperie y más de 12 horas después conocer que las vacunas no llegaron.
Lo malo es que la cagamos, lo bueno es que esto, esto, apenas comienza.
Aprovechemos las enormes áreas de oportunidad que tenemos enfrente en beneficio de todos.
@etorreblancaj en Twitter
Economía de Frente
Universo Pyme
Entorno al Dinero.
Podcast Economía al Dente.