Conversan Cuauhtémoc Cárdenas y Emilio Ulloa sobre desafíos nacionales
OAXACA, Oax. 17 de abril de 2021.- La cercana relación del premio Nobel de literatura, Gabriel García Márquez con México dejó un gran legado a su paso por diversas redacciones y por supuesto, con sus libros.
Lo recordamos al cumplirse este 17 de abril siete años de su partida física. Gabo llegó en 1961 a México, cuando era corresponsal en Nueva York de la agencia Prensa Latina y recibió amenazas como consecuencia de sus reportajes.
Por seguridad llegó a residir al entonces Distrito Federal con su esposa Mercedes Barcha y su hijo Rodrigo. En ese entonces todavía no era un escritor muy conocido y llevaba tiempo sin por escribir un libro. Sin embargo, ya tenía en mente escribir sobre la familia Buendía y en un viaje a Acapulco le vino a la mente una frase con la que dio inicio su obsesión por escribir esta historia: “Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo”.
Muchos años después habría dicho en entrevistas que podía haberle dictado el primer capítulo de ese libro a una mecanógrafa cuando manejaba hacia ese puerto de Guerrero.
A su regreso, renunció a todos sus trabajos y se dedicó de tiempo completo a escribir Cien años de soledad, que muy pronto se convirtió en una de las obras cumbre de la literatura mundial al ver la luz en 1967. García Márquez entabló amistad con los personajes más icónicos de la literatura mexicana y del ambiente artístico, pues a su llegada a México escribió guiones para cine.
El también colombiano Álvaro Mutis fue de los primeros con quien entabló una estrecha amistad, quien le presentó a José Emilio Pacheco y Carlos Fuentes.
Asimismo, entre sus amigos estaban Carlos Monsiváis, Elena Poniatowska y Augusto Monterroso, entre muchos más. Al lograr un éxito extraordinario con Cien años de soledad compartía su residencia entre México y Colombia, sin embargo, una acusación de nexos con un grupo guerrillero en su país lo obligó a establecerse definitivamente en la Ciudad de México el resto de su vida, donde murió el 17 de abril de 2014.