Indicador político
Es posible que pocos recuerden un clásico de una de las contiendas electorales más competidas de la historia.
Se trata de la campaña presidencial del Bill Clinton y su propagandista de Cabecera, James Carville, quien en pocas palabras acuñó la frase que, en su momento, sintetizó la problemática ciudadana de Estados Unidos en los primeros años de los 90s.
Resulta que, en una reunión de los estrategas de Clinton en la campaña de 1992, Carville les dijo a los colaboradores del aspirante –con casi ninguna posibilidad de éxito–, que no perdiera la brújula, que el problema en Estados Unidos era la economía, y nanda más.
Pero lo dijo con un especial tono autoritario que convirtió la frase en el más potente mensaje políticos en décadas.
Así lo expuso, frente al candidato Clinton y a sus jefes de campaña: “Es la economía, estúpidos”, en clara alusión a que George Bush padre, había puesto el acento de su campaña presidencial en la política exterior de su país, antes que en la crisis económica que enfrentaban las clases medias norteamericanas, en aquellos años.
Es decir, que frente a la idea de Bush padre, los propagandistas de Clinton pusieron el acento en la economía, lo que les permitió conseguir un pasaporte a la elección que parecía imposible.
Al final, la frase: “estúpidos, es la economía norteamericana, no la política exterior”, colocó a Carville como uno de los propagandistas más reputados del mundo.
Y viene a cuento el tema porque hoy, en México, como no ocurría en años, los propagandistas de Palacio no habían estado tan ocupados en distraer los temas sobre lo realmente grave en nuestro país, al extremo de sembrar impensables cortinas de humo, para desviar la atención de la real preocupación para México y los mexicanos.
¿Y cual es esa preocupaciòn?
¡Estúpidos, son “los narcos”!
En efecto, a pesar de la simulación oficial, la principal preocupación ciudadana es la complicidad del gobierno de López Obrador y de su partido, Morena, con los barones de las mafias y del crimen organizado.
Por eso, adaptado a la problemática mexicana, vale recordar el clásico de Clinton y de Carviulle, que se puede traducir sin poroblemas como sigue:
“Estúpidos, el problema en México son los narcotraficantes y su fuerza incontenible para adueñarse del poder político”.
Es decir, que, a pesar de las muchas cortinas de humo ensayadas por el mandatario mexicano, lo cierto es que los ciudadanos ya no se tragan tales patrañas.
Pero vamos a los ejemplos.
Apenas en la “mañanera” de pasado lunes, los propagandistas oficiales plantaron toda clase de señuelos que, en el extremo, pretendían distraer la atención sobre los vínculos del presidente mexicano con las bandas criminales más sanguinarias de la historia.
Así, mientras que Silvano Aureoles, gobernador de Michoacán, acudía a la Suprema Corte para exhibir los vínculos del partido oficial, Morena, con las bandas criminales –y al tiempo que el fin de semana se producìan más de 115 muertos en sólo 24 horas, una de las cifras más altas de la histloria– el periodista Jorge Ramos, jugaba el papel de “idiota útil”.
Sí, Ramos se prestó al papel de “bobo últil” en una escaramuza en la que AMLO tenía todas las de ganar. Y ganó, claro.
Peor aún, terminó por didiculizar a Ramos, quien sin pudor se prestó al montaje oficial.
Montaje que, al mismo tiempo, utilizó la fiscalía general para llevar preso a Luis Cárdenas Palomino –ex director de la Policía Federal y brazo derecho de Genaro García Luna–, lo que sirvió para la maniquea declaración de López de que “ya no hay complicidad en México”.
Pero no fue todo.
Al mismo tiempo, Obrador aprovechó para lavarse la cara frente a su responsabilidad en los cientos de miles de muertos por la pandemia y a causa de la inseguridad en México.
Pero habìa más.
El presidente mexicano siguió en su estrategia “engañabobos” y reveló una lista de sus potenciales sucesores de su cargo en la contienda presidencial del 2024.
Frente al fracaso escandaloso de su gobierno ¿a quién le importa la opinión de AMLO sobre los “tapados” presidenciales del 2024? Otra cortina de humo.
Está claro que López y sus propagandistas hacen hasta lo impensable para engañar a los ciudadanos y potenciales electores.
¿Hasta cuándo AMLO jugará el papel de payaso de circo, para distraer a los ciudadanos de sus fracasos?
Sí, hasta que los mexicanos lo permitan.
Al tiempo.