El agua, un derecho del pueblo
El punto no es si los papás quieran o no enviar a sus hijos a la escuela.
Lo verdaderamente grave es la escasa o nula estrategia gubernamental para enfrentar el virus Covid y la variante Delta.
La orden viene de muy arriba: abran las escuelas/ que al terminar agosto regresen a clases presenciales 30 millones de educandos.
“No quieren que vayan sus hijos a la escuela, pues no los manden, son libres, pero no habrá marcha atrás en la decisión de regresar a las aulas”, advirtió el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Deje le cuento que, en países desarrollados, los niños de 12 años ya fueron vacunados.
En las últimas horas el número de contagios sumó dos millones 848 mil 252 y registró 240 mil 906 fallecimientos, entre ellos 600 niños.
Obrador, el mandamás, alega presión de las farmacéuticas Pfizer, Astra Zeneca, Sinovac, CanSinoBio.
Trabajadores al servicio del Estado deberán regresar a sus oficinas desde este lunes.
Eso sí: cada uno deberá estar doblemente vacunado, respetar las medidas de sanidad y de sana distancia.
Para el trabajo presencial de los burócratas habrá horarios escalonados.
¿Con los niños no?
Desde hace 16 meses, el gobierno dejó sin clases presenciales a más de 30 millones de estudiantes.
Ante la mortal enfermedad, el calendario SEP, aplicable en preescolar, primaria y secundaria, contempla 200 días de clase.
Como dijera el cantautor: no basta…
No basta con querer reponer lo perdido, y menos a ese precio.
¿No basta la crisis económica por la que estamos pasando?
¿No basta con que los hospitales estén nuevamente saturados?
¿No basta con hacerle al tío Lolo?
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