Acusa Grupo Elektra a CNBV de desobedecer medida: operación es sólida
Alianza, la clave
Lo que demostraron estas elecciones es que las alianzas son la llave para ganar y en las presidenciales del próximo año ir solo es igual a perder.
Sería ideal que hubiese alianzas en torno a proyectos, pero todo indica que veremos un marchanteo impresentable.
¿Cuánto me das por alquilarte mi membrete?… No, es muy poco, me voy con el otro que ofrece más… Pero el otro está en las antípodas de tu ideología y programas históricos… No importa: la ideología y los programas se acomodan. Lo que sirve es ganar, no defender ideas.
Morena tuvo más votos que el PRI en el Estado de México, pero no le alcanzó para triunfar porque los priistas fueron aliados al Verde, al PES y al Panal.
Sin ellos el PRI habría perdido su bastión y estaría liquidado para el próximo año. No fue así.
Ningún partido rompe la barrera de los 30 puntos. Eso se va a repetir en la presidencial y va a ganar el que lleve mejor candidato y haga alianzas.
López Obrador ya entendió que sin alianzas no gana. Que él solo nunca va a rebasar la banda de los 30 bajos. Un tercio.
Ayer se lanzó contra el PRD, pero va a cambiar de opinión. Como en el Estado de México.
Mandó media docena de ultimátum a PT, PRD y MC, y recibió por respuesta la anuencia del Partido del Trabajo y nada más. Tarde y mal. No va a repetir ese error el próximo año.
La llave de la elección podría tenerla el PRD, al que se le observa una conducta oscilante entre ir con el PAN o echarse en brazos de Morena.
Sus dirigentes tribales no creen en el cuarto polo, formado por PRD y Movimiento Ciudadano, con el independiente Miguel Ángel Mancera, un liberal de izquierda, como candidato presidencial.
Graco Ramírez ha expuesto que el PRD debe construir una alianza con el PAN, a fin de detener la amenaza de regresión autoritaria que significa López Obrador.
Sin embargo esa opinión, aunque cuenta, a la hora de la verdad va a verse avasallada por la ola morenista que anida al interior del perredismo.
Bejaranos, Padiernas, Sánchez Camachos y el propio Juan Zepeda y su millón de votos tienen mucho más simpatías por López Obrador que por el PAN. Van a correr a los brazos de AMLO. Se sienten más cómodos con él, aunque los maltrate, y sobre todo tendrían claro que van a ganar.
Los panistas son, hoy, los candidatos al gran descalabro en la próxima elección. Al estilo Estado de México.
Ni siquiera logran la alianza primordial que necesitan: al interior de su partido. Anaya no se baja de su nube y el enfrentamiento al interior anuncia fracturas o rencores imposibles de cerrar en unos cuantos meses.
Pueden terminar solos, divididos y sin amigos.
No dudemos que dentro del PAN haya quienes terminen por apostarle a Morena, como apuntan algunos mensajes de estos días. Eso pinta para naufragio.
Y el PRI tiene a sus aliados del Panal, PES y Verde.
Es lo que viene para poder ganar. Una buena alianza y un buen candidato.
Morena tiene uno bueno y no le será difícil -con un poco de humildad- hacer aliados.
El PRI también puede sacar un buen candidato y ya tiene sus alianzas.
PAN y PRD son el misterio. Y el que la tiene más difícil es el PAN, por su pleito interno.