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CDMX, 14 de junio, 2017.-Los pasados procesos electorales realizados en el Estado de México, Nayarit y Coahuila para elegir a gobernador, fueron el primer ejercicio en la disputa por el poder político de principales fuerzas políticas hacia la elección del 2018, donde se definirá una Presidencia de la República, 128 Senadores, 500 Diputados federales, 9 Gubernaturas, mil Diputaciones estatales y 2 mil 247 Ayuntamientos, un total de 3 mil 890 cargos gubernamentales.
Una vez concluidos estos comicios, hay quienes sostienen que en México todavía no hay democracia. Concluida las elecciones el debate no es sobre el tipo de régimen -democrático, autocrático, totalitario- sino sobre la calidad democrática, y en ello está presente la calidad institucional de las elecciones.
Los partidos políticos no respetan al árbitro electoral. La madurez política está muy lejos de lograrse en un país donde aún predominan las irregularidades, violaciones a la normatividad y presiones en los procesos comiciales.
La herencia institucional sigue estando relacionada con la primacía de las reglas informales como mecanismo orientador de la competencia política y la debilidad por lo tanto del Estado de derecho. La compra de votos, las acusaciones de fraude electoral y de operar todavía en nuestro país elecciones de Estado son frecuentes. Los actores políticos han consumido más de 25 años de reformas electorales modificando las normas e instituciones con un alto costo económico y sin un impacto en la calidad democrática.
La peculiaridad de la alternancia electoral en México reside en que no surgió de la expulsión de un dictador, o de una revuelta social. No se vivió un repudio generalizado al partido gobernante y mucho menos desapareció, no se fragmentó y ni siquiera se debilitó organizacionalmente. Muy al contrario el partido gobernante contribuyó al cambio institucional con los defectos y desviaciones que él mismo instrumentó por décadas para repartir y reciclar los cargos políticos. El PRI en otras palabras no perdió el poder de la noche a la mañana, ni se le desplazó de la escena política nacional. La alternancia se limitó a lo electoral, dejando todo lo demás al azar.
La fuerza de los usos y costumbres y un ineficaz estado de derecho alientan un cúmulo de interpretaciones académicas y expectativas sociales que no satisfacen a unos ni a otros. Siendo el sistema político mexicano un orden institucional que funcionó con instituciones ineficientes; la duda que nos queda es porqué perduró; además de que fue ejemplo de estabilidad y legitimidad, siempre bajo la lógica de las decisiones discrecionales en donde las leyes están subordinadas a los designios de los gobernantes.
El autor del artículo es académico de la FCPyS de la UNAM