Avances contra la corrupción
Ocurrió lo que muchos expertos pronosticaron.
Es decir, no pasó nada.
Y es que, en palabras que todos conocen, el encuentro entre los presidentes Obrador y Biden “pasó de noche”, no sólo para los medios norteamericanos sino para los intereses de México y de los mexicanos.
Además de buenas intenciones ningún resultado concreto, nada positivo, ni un solo compromiso a favor de nuestro país y mucho menos alguna señal que pudiera alentar la esperanza de un cambio por parte del gobierno de AMLO.
Peor aún, en una de las locuras discursivas del presidente mexicano, se atrevió a ofrecer que los impuestos de los mexicanos pudieran servir para subsidiar gasolina barata para los norteamericanos.
Sí, por increíble que parezca.
Lo cierto es que, a pesar de los discursos, el presidente López resulta poco o nada confiable para un presidente Biden quien está más preocupado por su popularidad y por el repudio de sus votantes, que por un mexicano que, en la práctica, está con aquellos que apuestan por el fracaso de Biden.
Y es que al mandatario mexicano poco o nada le importa la relación con su homólogo norteamericano y tampoco resolver una agenda bilateral. Su verdadero interés es aparecer ante el mundo como el líder del sur del Continente; como el “hermano mayor y respondón” de la región.
Eso sí, en la reunión de trabajo con la vicepresidenta Kamala Harris, Obrador debió escuchar reclamos y exigencias al por mayor: que si las violaciones al T-Mec, que si el maltrato a empresas norteamericanas, que si los migrantes, que si los derechos humanos, que si la violencia y el crimen que ahuyenta la inversión…
Incluso, tampoco se puede decir que en el encuentro entre los dos presidentes existió “mucho ruido y pocas nueces”. ¿Por qué?
Porque la visita del mandatario mexicano a La Casa Blanca tampoco fue un tema de primer orden para los medios norteamericanos.
En efecto, el radar mediático se movió en torno a la Audiencia del Comité Legislativo del 6 de enero del 2020, que desahoga las demandas contra el expresidente Trump, en su intento de “golpe de Estado” luego de ser derrotado en las elecciones presidenciales de ese año.
Además, el otro tema mediático en la Unión Americana fue el viaje que anoche mismo realizó el presidente Biden, a Medio Oriente. En este momento Biden ya está en Israel y los medios habrá dejado poco espacio al encuentro con el presidente mexicano.
Un presidente que no fue recibido en Visita de Estado, como en su momento ocurrió con Felipe Calderón y su homologo Obama.
Un presidente que no fue recibido por Biden en el pórtico de la Casa Blanca, sino que le dio “la bienvenida” el jefe del Protocolo.
Un presidente que acudió solamente a una simple y fría “visita oficial de trabajo”; consistente en un saludo en el Salón Oval, en el intercambio de discursos entre los presidentes y… tan tan.
Ni Enrique Peña, ni López Obrador tuvieron la deferencia de ser recibidos en “Visita de Estado”, que incluye el hospedaje en un lugar exclusivo, una recepción de Estado, un discurso del presidente invitado a una Sesión Conjunta del Congreso y una Cena de Gala con el gabinete, gobernadores y hombres de empresa.
Nada de eso ha recibido el pequeño presidente mexicano en las visitas a los presidentes Trump y Biden.
Eso sí, López Obrador y su esposa se convirtieron en tendencia en redes cuando, por la ventana de su hotel, simularon saludar a una multitud inexistente. Y es que no se produjo la esperada sincronía entre los acarreados contratados para vitorear al mandatario mexicano, frente a su hotel, con el momento en que AMLO asomó por la ventana.
Al final la noticia del encuentro fue López Obrador le propuso cinco puntos al presidente Biden, dizque para paliar la inflación entre los dos países.
Y una de las “brillantes ideas” del mexicano fue que su gobierno permitirá el ingreso sin restricciones de ciudadanos norteamericanos, para la compra de gasolina barata; a menor precio que la gasolina en Estados Unidos.
Es decir, que los impuestos de los ciudadanos mexicanos serán utilizados para vender gasolina barata a los ciudadanos norteamericanos.
Así las brillantes ideas del populista mandatario mexicano; regalar nuestro dinero a los ciudadanos del sur de Estados Unidos.
Pero no fue todo, además, López también propuso regularizar la migración –ya que quiere más remesas–, eliminar aranceles y estimular la inversión entre los dos países.
¡Puras ideas inéditas del mexicano!
Sin embargo se trató poco o nada de los grandes temas de la relación bilateral que exigen congresistas y organizaciones defensoras de los derechos humanos de todo el mundo.
Nada sobre el debilitamiento deliberado de la democracia mexicana; una erosión encabezada por el propio López Obrador y que en México parece no haber quien lo detenga.
Nada sobre la persecución de los periodistas mexicanos que son críticos de la gestión y los fracasos de AMLO; esos a los que el mandatario mexicano llama “el hampa del periodismo”.
Nada sobre la responsabilidad del Estado mexicano en el crimen de por lo menos 62 periodistas; ninguno de cuyos casos ha sido aclarado, lo que significa una de las mayores complicidades del gobierno de López.
Nada sobre la implantación de la censura oficial y la muerte de la libertad de expresión, que es uno de los principales pilares de la democracia que ha sido derruido.
Nada sobre la reiterada y creciente violación e los derechos humanos por parte de fuerzas castrenses –militares, marinos y guardias nacionales–, y menos sobre la militarización de la vida nacional.
Nada sobre la persecución de las organizaciones de la sociedad civil, cuya labor es satanizada por el propio presidente y cuyos líderes son perseguidos con mayor ferocidad que los propios criminales.
Nada sobre la complicidad del Estado mexicano con las bandas criminales, las cuales tienen el control de por lo menos el 70 por ciento del territorio mexicano y que inundan al mundo y a Estados Unidos de droga.
Nada sobre la captura del Poder Judicial, el cual está en manos del propio presidente, para llevar a cabo sus venganzas personales.
Y nada sobre la persecución a opositores, lo que confirma que el de López Obrador no es un gobierno democrático sino una dictadura.
Al final, el encuentro entre Obrador y Biden no sólo “pasó de noche” sino que nos hará cada día más dependientes del imperio del norte y hasta podríamos terminar pagando con nuestros impuestos el tributo de la gasolina barata para Estados Unidos.
Al tiempo.