Sheinbaum y AMLO: las diferencias sensibles
La orden salió de Palacio.
Incluso, el propio presidente instruyó a sus “sabuesos” a buscar y husmear hasta “por debajo de las piedras” todo aquello que sirva para descalificar, ensuciar, desacreditar y salpicar de lodo a los ministros del máximo tribunal.
Más aún, el propio López Obrador puso el ejemplo y lleva meses –desde el primer día de enero del 2023–, que en sus “mañaneras” insulta, difama, calumnia, acusa y señala a la ministra presidenta de la Corte, la incorruptible Norma Piña.
Pero los misiles presidenciales también van dirigidos a todo el Poder Judicial, al Consejo de la Judicatura y, por supuesto, a jueces, magistrados y ministros, a quienes cotidianamente acusa de corruptos.
Y es que en la mira de López Obrador no sólo está la Suprema Corte y sus ministros, sino el Poder Judicial todo; convertidos en la última trinchera real para la defensa de la democracia mexicana.
Trinchera que fue defendida por los ciudadanos a golpe de consignas callejeras en la histórica movilización del 26-F del 2023 que sacó a la calle a millones de ciudadanos en todo el país y que en el mundo fue bautizada como “La Primera Mexicana”.
Por eso, el huésped de Palacio trabaja día y noche, incansable, en uno de los más perversos objetivos de su gobierno; la destrucción total del Poder Judicial, de la suprema Corte y, en especial, de la División de Poderes; ese instrumento de contención y equilibrio consagrado en la Constitución.
Sí, igual que sometió al Poder Legislativo, igual que tiene bajo control a la CNDH; igual que mangonea a los grandes empresarios y a los medios más influyentes, López Obrador quiere asaltar y someter a la Corte.
Y es que el presidente necesita una Suprema Corte domesticada, sometida, silenciosa y a modo, cuyos ministros respondan todos a una sola voz: “¡Sí, señor presidente, lo que usted ordene y mande!”.
Pero Obrador también sabe que hoy por hoy, con Norma Piña a la cabeza de la Corte, las posibilidades de someter al máximo tribunal se reducen de manera considerable.
Por eso, a los ojos de todos, el mismísimo López está empeñado en descalificar, ensuciar, desacreditar y salpicar de lodo al único Poder del Estado mexicano capaz de revertir sus caprichos para robarse el 2024.
En efecto, como todos sabe, la Suprema Corte se ha convertido en el último reducto para declarar inconstitucional el llamado Plan-B de López Obrador; una reforma con la cual el mandatario no sólo destruye al INE sino que le permite apoderarse del control total de las elecciones presidenciales del mítico 2024 por venir.
Y como parte de esa perversión, también en redes sociales se difundió una costosa campaña de amenazas de muerte contra la presidenta de la Suprema Corte; estratagema que proponía el uso de las balas como “solución” frente a la independencia del Poder Judicial.
¿De dónde salió esa campaña; quién la financió?
Todos los indicios apuntan a la vocería de Palacio, en donde tienen el control de una costosa granja de “bots” para moldear sus campañas de odio contra críticos, adversarios y opositores.
¿Y cuál fue la respuesta de López Obrador frente a las amenazas de muerte contra la presidenta de la Corte?
La respuesta fue el cinismo y la burla, lo que confirma que se trató de una estratagema de Estado; campaña promovida desde Palacio, igual que desde el poder presidencial se pagó el espectáculo grotesco de una botarga vestida de mujer con una toga, que a las puertas de la Suprema Corte amenaza de muerte a la presidenta del máximo tribunal.
¿Y como sabemos que es un espectáculo pagado por el gobierno de López Obrador?
Elemental; porque la mujer debajo de la botarga ha sido empleada de AMLO desde hace años y, sobre todo, porque militares y policías que celosos custodian a diario el Zócalo capitalino, tienen la instrucción de no tocar siquiera con el pétalo de una rosa a la botarga.
Pero hasta hoy el mayor “golpe bajo” a la Corte es la exhibición pública –desde la misma mañanera–, de los fideicomisos del Poder Judicial; inversiones legítimas y legal del Poder Judicial que AMLO intenta presentar como un ahorro ilegal.
Queda claro que Obrador lanza todo el peso del Estado en su ofensiva contra la Suprema Corte para doblegar al máximo tribunal y, con ello, impedir que declare inconstitucional su Plan-B para destruir al INE.
Por eso la pregunta: ¿Doblará López a la Corte?
Al tiempo.