Para Contar/ Arturo Zárate
Al tiempo que se aproxima el fin del sexenio, en Palacio crece la preocupación por la salud emocional del presidente.
Quienes lo tratan a diario confiesan que su intolerancia ha llegado a niveles delirantes, mientras que su irritabilidad parece no tener freno.
Incluso, según sus médicos, en sus expresiones faciales y en su lenguaje corporal aparecen signos inocultables de clara inestabilidad.
Además de que la última semana ha sido una de las peores para el presidente mexicano en toda su gestión.
¿Por qué las recientes han sido las peores semanas para López Obrador?
Porque como no había ocurrido en los primeros cuatro años de gestión, hoy el mandatario mexicano ha sido exhibido como mentiroso por el gobierno norteamericano, cuyo presidente parece haber llegado al límite.
Y es que el gobierno de Biden no solo llegó al punto de no regreso frente a la inoperancia del gobierno de AMLO en materia económica, a causa de las violaciones al TLC, sino en temas emblema de la relación bilateral.
Conflictos como los de la migración, el debilitamiento de la democracia mexicana y, sobre todo, el preocupante avance de las bandas criminales en México; grupos mafiosos que inundan de drogas al vecino del norte.
Pero precisamente el desdén del gobierno mexicano por el problema de las drogas fue “la gota que derramó el vaso”; un extremo que llevó al gobierno de Biden a lanzar la más ambiciosa persecución –sin precedentes–, contra el cártel de “los chapitos”.
Una cacería que, al mismo tiempo, exhibió la alianza entre el presidente mexicano y el cártel de Sinaloa.
Pero ese apenas era el principio ya que el gobierno norteamericano también difundió que sus sistemas de espionaje detectaron severas peleas entre las secretarías de Marina y Sedena, en el gobierno de AMLO, además de que la prensa norteamericana también reveló que el gobierno de Obrador es la gestión que más ha espiado a opositores y adversarios, precisamente a través de la Secretaría de la Defensa.
Y por si hiciera falta, a lo anterior se suma un trabajo excepcional de la prensa mexicana, que a través de las filtraciones de Guacamaya Likes, descubrió una montaña de corrupción en la mismísima cúpula de la Sedena, la institución consentida del presidente Obrador, pero también la más desprestigiada por sus corruptelas.
Y precisamente en medio del saqueo de escándalo que protagonizó el titular de la Sedena, el presidente mexicano llegó ayer al extremo impensable de la desfachatez.
Y es que ante la insistencia de los paleros de la “mañanera” de ayer -que simularon preguntar sobre el saqueo del dinero público por parte del titular de la Sedena–, Obrador respondió con el descaro y el cinismo propios de uno más de los tiranos de toda la historia.
Así contestó a pregunta directa.
“¿Y qué? ¿Cuál es el problema?”, dijo sin el menor pudor y recato institucional sobre el despilfarro del jefe de los militares mexicanos.
Pero a la impensable desfachatez presidencial le siguió el maniqueísmo propio de los populistas, también de toda la historia.
Y es que al pretender justificar lo injustificable, el presidente mexicano culpó al mundo entero de las corruptelas de su gobierno.
Así lo dijo: “Es parte de lo mismo, esa es información de la DEA o de cualquier otra agencia… sí, segurísimo, así como jaquearon el sistema de información de la Defensa… Es Claudio X Gonzales que está con ellos…
“Dicen que (el secretario de la Defensa) estuvo 15 días (de viaje) y que yo sepa nunca ha estado el general fuera; su familia, a lo mejor sí”.
Y remachó así: “¿Y qué, cual es el problema…?”.
Y luego vino el maniqueísmo propio del populismo más rancio.
“No, no, no, no… Bueno… ¿Y Loret de Mola y los Junco, de Reforma; y Juan Francisco Healy Ortiz?
“¿O van a decir que ese es su dinero? No, también ese dinero es dinero público. ¿Que no venden protección, que no venden publicidad gubernamental?
“Quieren manchar, porque la calumnia cuando no mancha tizna… son unos calumniadores y siempre han actuado así” (Fin de la cita)
Lo cierto es que, como en pocas ocasiones había ocurrido, el presidente mexicano ha sido exhibido como mentiroso frente al mundo; y por eso fue desnudado por el gobierno de Estados Unidos; gobierno que además le mostró al mundo la corrupción imperante entre las fuerzas castrenses mexicanas.
¿Y es que quién, luego de ver el derroche del titular de la Sedena, puede confiar en la Secretaría de la Defensa, hoy convertida en emblema de la corrupción del gobierno de López Obrador?
Por lo pronto, el locuaz presidente mexicano confirmó que lo suyo es la desfachatez, actitud entendida como “desvergüenza” y “falta de respeto”.
Al tiempo.