Presidenta hágase cargo/Alejandro Moreno
Machetes. No olvidar. El caso Atenco sigue vivo
La búsqueda de un cambio en el estado más poblado del país y cuando un nuevo gobierno enfrentará todos los problemas que dejaron anteriores gobiernos, vale recordar un hecho crucial que puso en la balanza una urgente transformación. Y la urgencia de que respondan los culpables. Fue el caso de Atenco en el que como en el de Ayotzinapa, Enrique Peña Nieto evadió su responsabilidad. Fue en tierras que se extienden llanas alrededor de Texcoco y que sirven para el mantenimiento de miles de familias. La propia Ciudad de México se alimenta de los productos agrícolas que esas tierras dan. La intención gubernamental desde la presidencia de Vicente Fox, fue extenderse sobre esas tierras y apoyado por poderosas empresas generar una construcción suntuaria que diera a la capital un lujoso y moderno aeropuerto. El avance de las ciudades, instituciones y proyectos no está a discusión si se cumple con las normas fundamentales. Una de ellas consultar a los afectados. Caso que jamás se dio, pese a que miles de personas de comunidades, se opusieron. Relumbraron machetes. La lucha de los comuneros impidió en aquel entonces la construcción del aeropuerto. Debido a esto se dio una gran represión que provino del gobierno del propio Estado de México y fuerzas federales de Vicente Fox. Mujeres, niñas y hombres fueron sometidos a la fuerza, hubo un muerto y a las mujeres y niñas se les sobajó y violentó de la manera más inicua. Es uno de los hechos más graves que pesa sobre el PRI en complicidad con el PAN. El caso, que escaló a la Comisión Internacional de Derechos Humanos se encuentra aún en suspenso.
FUERON COMPRANDO TIERRAS SUBREPTICIAMENTE ALREDEDOR DE ATENCO
Durante años se hizo labor subterránea para nacerse de las tierras que necesitaban para la construcción del nuevo aeropuerto. Se aprovechó la necesidad de pobres comuneros y campesinos, se intentó dividir a la comunidad y se informaba públicamente que todo estaba legal. El 23 de mayo de 2016, cuando gobernaba el país Peña Nieto, el Frente de los Pueblos para la Defensa de la Tierra (FPDT) de Atenco, sufrió la invasión de su campamento de parte de pobladores de Nexquepayac encabezados por el propio comisariado, en una extraña búsqueda de confrontación entre comuneros y ejidatarios, para provocar la intervención policial. Ya andaban por ahí fuerzas federales. El líder del FPDT Felipe Álvarez y otros dirigentes, presentaron documentos, amparos ganados y acudieron a importantes medios de comunicación para demostrar sus derechos. Nada les valió entonces, ante la presión del avance que había en torno al aeropuerto, que siguió adelante pese a la gran inconformidad comunitaria. No contaban con la llegada de la 4T.Y el cambio de lugar y proyecto del nuevo aeropuerto.
LA TIERRA PRÓDIGA Y LAS TIERRAS FLACAS DE YÁÑEZ, IGUAL DE DEMANDADAS
La tierra pródiga (Fondo de Cultura Económica) y Las tierras flacas (Biblioteca Básica Salvat 1970) son dos de las novelas de Agustín Yáñez, en las que el escritor jalisciense penetra en el mundo rural para recorrer con gran conocimiento los problemas del campo mexicano. Poblado éste, por los mismos personajes clásicos que aún se pueden encontrar en el campo actual, el cacique, el campesino pobre, el obrero agrícola y el interventor oficial casi siempre en busca de tajada en ese entonces. La tierra, aunque esté empobrecida, siempre es motivo de codicia. Con más razón si es fértil o porque puede ser utilizada para otras cosas. Las tierras flacas es un brote de penetración e ingenio del ex secretario de Educación hombre sensible y negociador. Y da gusto releerla en estos tiempos porque resuma actualidad. Cada capítulo deja un buen sabor y uno va aprendiendo y recordando los muchos refranes de que se nutre la obra, en retazos que deben de haber divertido mucho al propio escritor. Los personajes, que son guiados por un narrador en primera persona, tienen carácter un poco de novela picaresca. Da aliento al final que la máquina de coser sea objeto central tan valioso, que compite con el valor de la propia tierra. Aparece después de haber sido robada. Don Agustin la puso en la balanza entre lo rural y lo citadino.