Presidenta hágase cargo/Alejandro Moreno
A la memoria de mi hermano
Ricardo Rocha; nos harás falta
Quizás no por tener instrumentos de poder, la sucesión presidencial del presidente López Obrador –que no de Morena– forma parte de un intrincado mecanismo político que le ha conferido al mandatario mexicano también espacios determinantes en las sucesiones presidenciales de Estados Unidos y de la alianza opositora PRI-PAN-Partido de los Chuchos-Coparmex-Lorenzo Córdova-Casa Blanca-Claudio X.
Los tropiezos políticos y físicos del presidente Joseph Biden y sobre todo la agenda estadounidense de corto plazo –migración, narcotráfico, tratado comercial, inversiones productivas– están pasando de modo natural por México, por lo que la viabilidad de Biden –si aguanta a noviembre de 2024– y del Partido Demócrata depende de los comportamientos mexicanos ante el acoso migratorio y de narco por los precandidatos republicanos Donald Trump y Ron DeSantis.
La frontera mexicana se va a sobrecalentar en los próximos cuatro meses por la ofensiva de gobernadores republicanos al enviar tropas de la Guardia Nacional para reforzar sobre todo a la zona de Texas, por lo que el valor político del gobernador texano Gregg Abbott le daría a los republicanos –como en 2016 y 2020– la argumentación de incapacidad de la administración demócrata Biden-Kamala Harris, hasta ahora los dos más importantes aspirantes a la nominación demócrata, para resolver la larga crisis fronteriza con México.
En este sentido, lo que haga o deje de hacer el presidente López Obrador en materia migratoria y sobre todo cómo lo haga va a inclinar la balanza, como en 2016 con Peña Nieto y en 2020 con él mismo, y va a ser un elemento influyente en la tendencia de las votaciones estadunidenses de noviembre del año próximo.
La alianza PRIANREDE y su gran coalición neoconservadora estalló en pedazos en la elección mexiquense, pero el principal mensaje fue que el pacto impulsado por el empresario Claudio X. González para apropiarse –en modo de compra– del principal partido de oposición y los otros dos en rumbo de colapso no ha podido obligar a los políticos a cumplir su palabra: mientras más espacios pierda la oposición, mayores serán los elementos de ruptura en los grupos de poder que están combatiendo a Morena para 2024.
Como principal partido de oposición, en el PAN se soltó ya una rebatinga por la candidatura, pero dejando claros indicios de que no soltará la determinación de imponer a un panista como candidato presidencial, hagan lo que hagan sus aliados, lo cual significa, en la real politik, que la alianza opositora en la candidatura presidencial no llegará al 2024, aunque los tres dirigentes partidistas de oposición estarían desde ahora ya preocupándose más por las candidaturas legislativas porque la verdadera batalla mexicana del 2024 estará en el Congreso.
El factor disruptor en la alianza opositora se localiza en la estrategia política del presidente López Obrador al manejar la sucesión de Morena como factor determinante de la candidatura presidencial opositora, además de que ha sabido aprovechar el aparato político o ideológico de las mañaneras para introducir inestabilidades políticas entre los opositores, sobre todo en el PAN.
Por lo pronto, la oposición va a definir la candidatura presidencial coalicionista –si acaso la lleva a buen puerto– en función de derrotar el candidato de Morena y no como una forma de presentar una oferta alternativa a la sociedad, además de que dentro del PAN se desató ya una verdadera guerra civil por la nominación, con la confrontación estimulada desde Palacio Nacional entre Santiago Creel Miranda y Lilly Téllez, aderezado el conflicto con la cooptación de gobernadores panistas, incluyendo al yucateco Mauricio Vila como corcholata panista impulsada por López Obrador y la precandidata Claudia Sheinbaum Pardo.
De ahí la apreciación de que el presidente tiene en puerta nada menos que tres sucesiones presidenciales por resolver.
Política para dummies: La política, ya se dijo, es de quien la trabaja.