Libros de ayer y hoy
Luego del segundo debate, la disyuntiva para el 2 de junio en las urnas quedó perfectamente definida.
¿Se vota por otro “narco-gobierno” como el que proclama Claudia Sheinbaum, o se apuesta por el rescate de la democracia, como lo propone la candidata Xóchitl Gálvez?
¿Se vota por más de lo mismo, a pesar de la tragedia que dejará López Obrador –violencia, crimen, muerte pobreza y cancelación de libertades y persecución de críticos y opositores–, o se vota por la vida y la justicia?
¿Se vota por un gobierno autoritario, dictatorial, déspota y mentiroso como el que defendió y promueve Sheinbaum como “segundo piso”, o votamos por el rescate de las instituciones autónomas, por la división de poderes, por los contrapesos y por la verdad oficial?
Y vale el tema porque si algún mérito mostró el segundo debate –además de aciertos discursivos de la candidata opositora–, es que Claudia no sólo defendió con uñas y dientes al fallido gobierno de López, sino que mintió sobre sus fracasos, lo que confirma que su gobierno será más de lo mismo.
¿Y eso qué significa?
Que ante la hipótesis de una victoria de la oficialista Claudia, viviremos una de las más peligrosas taras institucionales de la democrática; defecto social que dejará el poder absoluto en manos de “la señora presidenta”, quien en realidad no será más que títere de su dueño, de nombre López Obrador.
Sí, esa fue la verdadera resultante del segundo debate; la confirmación de que Claudia no es más que el eslabón sexenal del diseño autoritario y dictatorial de Obrador, quien detrás del trono seguirá despachando; continuará persiguiendo y encarcelando opositores y críticos; insistirá en la destrucción del último contrapeso, el Poder Judicial; acrecentará su alianza con el crimen organizado y terminará por cancelar las libertades fundamentales.
Y sin duda que el dilema no es menor, pero resulta peor cuando vemos que abundan los ingenuos o farsantes que, desde la careta de “expertos”, pregonan que nada cambiará si gana la heredera del “obradorarto”.
Incluso dicen que es falso que la democracia mexicana esté en peligro frente las probadas pulsiones dictatoriales de Palacio y hasta se atreven a decir que la sociedad mexicana no es la misma del pasado.
El mismo discurso “engañabobos” que escuchamos en 2018 y que suponía que AMLO era un demócrata incapaz de una regresión autoritaria y que hoy –frente a la debacle de la mal llamada 4-T y ante el debilitamiento democrático–, vuelve con el cuento de que un gobierno de Claudia no sería tal pernicioso como dicen los agoreros de la dictadura.
Lo cierto es que los “expertos” que hoy pretenden convencer de que un eventual gobierno de Claudia no significaría la muerte de la democracia, no solo intentan justificar que en 2018 se equivocaron al diagnosticar el gobierno de AMLO, sino que, en el fondo, exhiben que añoran el autoritarismo.
Y si tienen alguna duda, vamos a los hechos.
¿Qué tipo de gobierno y qué instituciones recibiría la señora Claudia de ganar en las urnas?
1.- Primero debemos recordar que Claudia no es y no sería nada sin la promoción de Obrador. Es decir, que Sheinbaum le debe todo a López.
2.- Tampoco debemos olvidar que Obrador es dueño del “narco-partido Morena” y que es no sólo el jefe máximo sino el dueño de esa secta partidista.
3.- Por eso obliga recordar, que Claudia ha tenido todo el peso del Estado y del gobierno a su favor, en una elección no solo sin piso parejo, sino sin el piso elemental. ¿Por qué?
4.- Porque la candidata oficial dispuso de carretadas de dinero público, de dinero del crimen organizado y de los gobiernos estatales para su campaña.
5.- Porque llegó a la contienda electoral con órganos electorales como el INE y el Tribunal Electoral, sometidos y domesticados.
6.- Porque todos los días, desde Palacio, se le defiende, se le promueve y hasta se le dan órdenes, en abierta violación constitucional.
7.- Y es que el presidente es el verdadero jefe de campaña de Claudia, sin importar que a diario violenta la Constitución.
8.- Y nadie dice nada porque es hoy no existe división de poderes y el presidente tiene el control total del Ejecutivo, el Legislativo y la mayoría de los gobiernos estatales y congresos locales.
9.- Sí, Claudia llegaría al poder sin ningún contrapeso, con los poderes Legislativo y Judicial controlados, con los medios acotados y con los contrapesos institucionales destruidos.
10 Y sobre todo, Claudia llegaría al puesto de presidenta, con la imposición de una alianza perversa; la alianza que por años tejió López Obrador con los barones del crimen organizado.
Por tanto, el de la señora Sheinbaum, sería un segundo “narco-gobierno”, en medio de una “narco-economía” y sostenido por una “narco-clase política” cuyo dueño se llama López Obrador.
¿No sería, la victoria de Claudia, el fin de la democracia mexicana?
¿Así o más claro?
Al tiempo.