Inseguridad y violencia no paran
Más allá del resultado, más allá de la copiosa votación, el 2 de junio del 2024 estará en los anales de la historia mexicana como un día para guardar en la memoria, en la memoria de México y de los mexicanos.
Sí, un día que quedará en la historia porque se convirtió en el momento histórico en donde los mexicanos todos –o casi toso–, salieron a la calle y a las urnas para rescatar la democracia, las libertades y, en especial, por la defensa de los derechos fundamentales.
Un día en el que millones dijeron no más mentiras, no más fraudes, no más engaños y no más farsas del gobierno en turno; no mas gobierno de la supuesta 4-T.
Un día para repudiar a un gobierno que se convirtió en aliado del crimen organizado y que fue omiso en garantizar libertades y derechos fundamentales de los ciudadanos.
Historia que, sin embargo, nos deja el sabor de los viejos tiempos; los tiempos de la trampa, el engaño, la mentira y el fraude.
Y es que el día de ayer pasará a la historia –historia pura y dura que permanecerá en los bronces–, más allá de los intentos de fraude; más allá de la grosera elección de Estado, de las burdas violaciones constitucionales y más allá del sátrapa de Palacio que, por todos los medios, intento perpetuarse en el poder, con todo el peso del gobierno y del Estado.
Sí, el de ayee será un día recordado como un orgullo para todos aquellos a los que nos tocó vivir el nuevo siglo mexicano, el siglo del verdadero cambio, el día de la democracia real, de la democracia tangible y de la democracia de carne y hueso.
Y es que, el pasado domingo, como en pocas ocasiones, los ciudadanos mexicanos entendieron –entendimos–, no solo el valor de los derechos fundamentales; el valor del voto, el valor de gritar, de salir a la calle, de votar, de rescatar las libertades y de valorar los derechos fundamentales.
Sí, como nunca, millones de mexicanos se volcaron a las urnas, a pesar de todos los inconvenientes y los obstáculos; a pesar del miedo, de la polarización, de las amenazas; a pesar de las balas, de los sicarios y de los matarifes, millones salimos a las calles para votar y parta protestar contra el mal gobierno.
Protesta contra el fracaso de la alternativa de gobierno, contra el fracaso del “obradorismo” y contra la historia fallida de AMLO.
Sí, ayer fue es un día histórico para millones de jóvenes que no solo hicieron la diferencia, sino que resistieron horas en una fila distinta a la fila del antro y del fútbol; resistieron en la fila para expresar su convicción democrática.
Un día histórico porque, según García Márquez, la historia no es lo que ocurre sino lo que recordamos de lo que hemos vivido.
Y lo que vivimos en el último sexenio es una pesadilla.
Por eso nadie puede creer la historia que anoche nos presentó el INE, de una elección que ganó el oficialismo, frente a los millones de mexicanos que salieron a votar a favor del cambio.
En efecto, el árbitro vendido puede decir misa, puede cantar la victoria del oficialismo, pero lo cierto es que asistimos a una elección de Estado en donde todo el poder del gobierno y de las instituciones del Estado estuvieron a favor de la candidata oficial.
Sin embargo, la victoria del 2 de junio del 2024 es de los ciudadanos, de los mexicanos que, más allá de los árbitros vendidos, votaron por un cambio; el cambio en la historia.
Al tiempo.