CIUDAD DE MÉXICO, 1 de noviembre de 2017.- La señora Gloria falleció hace dos años y medio a la edad de 54 años. Fue sepultada en la misma fosa que su padre Pedro Hernández, quien dejó el mundo de los vivos años antes. Este 2 de noviembre, se celebra el Día de los Difuntos o Día de Muertos.
Para los mexicanos poco importa la disyuntiva si las fiestas de Todos los Santos y de Fieles Difuntos, que se festejan los dos primeros días del mes, son rituales que tienen origen prehispánico o de raíces católicas y relacionadas con la tradición cristiana europea. Hoy es una de las tradiciones más arraigadas.
Miles de familias se dieron cita este jueves en el Panteón Civil de Dolores, el camposanto más grande de la Ciudad de México y el de uso civil más antiguo, localizado al poniente entre la segunda y la tercera sección del bosque de Chapultepec. En un recorrido, Quadratín México se encontró a la familia Hernández junto a la lápida donde están sus dos familiares fallecidos, a quienes recuerdan en todo momento.
Llegaron desde antes de este mediodía a limpiar la tumba y adornarla con pétalos y flor de cempasúchil, utilizada para marcar el camino que deben seguir los espíritus hasta las ofrendas que en vida fueron sus placeres.
“El Día de Muertos es el día en que sabemos que vienen, están con nosotros, nos acompañan y se van a la medianoche”, dice la joven Martha, hija de Gloria, sobre lo que representa sentir la presencia de su madre entre ellos. Junto con su padre, hermanos, sobrinos y cuñada, llegaron al panteón a pasar las horas en que las ánimas vienen a esta dimensión.
La familia Hernández, oriundos de la capital, festeja con el característico color de amarillo –casi naranja– del cempasúchil, con el olor del copal en un pequeño anafre a manera de incienso, con tradicional comida mexicana, para tratar de ofrecerles a sus fieles difuntos como si no se hubieran ido.
“Le trajimos quesadilla de champiñones, ella era mucho de comer verduras y comía de todo”, dice la joven en entrevista con esta agencia de noticias. Cuando regresen, los familiares no desperdiciarán la fruta y la comida que se puso en la ofrenda. Martha asegura que tendrá un sabor particular.
Como que se le va la esencia, el sabor, porque seguramente vinieron a comer. Gloria falleció en abril de 2015. En ese primer año, el Día de Muertos no olvidaron la ofrenda.
Pero el marido de la señora insistió en que velarla de manera simbólica del 1 al 2 de noviembre. Desde su muerte, un altar con su foto se mantiene en el domicilio. Era maestra de primaria y acostumbraba a perfumarse cuando se iba a trabajar y cuando llegaba a casa.
Esa noche, a las 3 horas, Martha la soñó. Despertó y se percató de que su peculiar aroma estaba presente.
“A veces somos incrédulos, pero el segundo año pasó lo mismo y la volví a soñar”, narra la joven quien dice que si se pone fe y corazón, así será siempre. Anoche no fue la excepción, la velaron simbólicamente y asegura que volvieron a sentir su presencia. Sí vino y estaba allí, entre quienes no la olvidan.