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CIUDAD DE MÉXICO, 10 de enero de 2018.- En el sur de la Ciudad de México, en la zona limítrofe, todavía se pueden encontrar algunas delegaciones llamadas rurales debido a que la mancha urbana todavía no se apropia de ellas y la principal fuente de ingreso económico lo tienen en la siembra y cultivo de legumbres, semillas y flores.
Es el caso de Tláhuac, que pese a pertenecer a la Ciudad de México, la mayor parte de su economía se basa en el campo, entre otros productos una semilla que ha trascendido, incluso, más allá del planeta tierra y ha llegado al espacio como nutritivo alimento de astronautas, el amaranto.
De acuerdo al presidente del Sistema Producto Amaranto, Apolo Franco, en la zona de Tulyehualco, perteneciente a Tláhuac, cerca del 70 por ciento de la economía gira en torno a la producción del amaranto y los productos que de éste se desprenden. Por tal motivo los productores de la zona buscan los apoyos necesarios para que este cultivo se desarrolle, al igual que su comercialización; igualmente un plan de desarrollo equilibrado entre lo rural y lo urbano que permita conservar estos lugares sustentables.
“Necesitamos que la zona rural de la Ciudad de México, se siga conservando, sino se va a desaparecer la sustentabilidad”, señaló. En ese mismo sentido el también productor, Uriel Molotla, expresó que es necesario que se tomen en cuenta las necesidades de la zona amarantera y reiteró que lo que más les preocupa es la mancha urbana que ha crecido, “queremos un proyecto, que ese crecimiento se dé de manera sustentable y ordenada”.
Coincidió en que es importante un plan donde haya un equilibrio entre la naturaleza agrícola y el crecimiento urbano, al respecto recordó que la siembra del amaranto es de gran beneficio al medio ambiente pues tiene la característica de producir oxígeno y ayudar en la conservación del agua, por lo que la explotación de los mantos acuíferos ha sido otro grave problema que enfrentan en el avance de la mancha urbana.
“Queremos que a cada producto primario se le dé el apoyo necesario para que se siga conservando este ancestral cultivo. Deseamos retomar el pasado para hacer un futuro, antes se sembraban de 50 mil a 200 mil hectáreas de amaranto en los tiempos de los aztecas, ahora estamos sembrando aquí en nuestra zona, máximo 300 hectáreas”, aseveró.
En esta zona detalló que es común que haya talleres familiares en los traspatios de las casas, donde elaboran los diversos productos derivados del amaranto y donde también se comercializan. Y también hay pequeñas fábricas que funcionan como un gran centro de acopio del amaranto y se elabora el producto, como La Gabara que productores de amaranto han levantado para procesar esta rica semilla.
Ahí mostraron la cadena de producción desde la llegada de la semilla, hasta que termina como algún rico producto entre ellos, las clásicas alegrías con miel o de sabor chocolate, menta, fresa o nuez. Así como la harina para hacer atole, agua, empanizar, o bien los churritos sazonados con chile como botana, o los deliciosos panqués de amaranto con arándanos, obleas, galletas, gramola, mazapanes y hasta cervezas.
Y es que está más que comprobado los extensos beneficios para la salud que representa el amaranto, por lo que insistieron en la importancia de cuidar y desarrollar la producción de este alimento ya que podría ser de enorme apoyo para tratar los graves niveles de obesidad que presenta el país.
Ayudaría además a combatir los altos niveles de diabetes entre la población, por lo que también buscan que el amaranto sea parte de la cadena de valor y se considere como un grano básico.
Así que ya lo sabe, cuando tenga antojo de una golosina o quiera preparar un rico platillo para usted y su familia, piense en la enorme variedad de preparaciones que puede hacer con esta exquisita semilla, así como la gran gama de productos que puede adquirir, y de esta forma apoyará a nuestros productores, al medio ambiente, a la Ciudad de México y al país.