Feria del libro de Guadalajara
“Los prietos” que “no aprietan”
La doble moral de redes y digitales estalló de nuevo.
La presa fue el jefe nacional del PRI, Enrique Ochoa, a quien apalearon por jugar el juego de palabras que todos jugamos; el mexicanísimo albur.
Resulta que a Ochoa se le ocurrió motejar a los priistas tabasqueños desertores como “prietos”, en alusión a que se mudaron a Morena, el partido que ha sido motejado como “PRImor” o “PRIeta”.
La ocurrencia metió en “aprietos” al jefe del PRI, a quien le propinaron reverenda madriza los malquerientes del tricolor, cuya epidermis “se enchina” porque, según la “jauría de idiotas”, a los mexicanos “prietos”, “prietitos” o “cafecitos” -que lo somos casi todos-, nos molesta el mote y hasta nos parece racista.
Y ay de aquel que se atreva a decirle pan al pan y vino al vino -al prieto, prieto, al chaparro, chaparro, al güero, güero, al flaco, flaco, o al gordo, gordo-, porque entonces enloquecen las redes y los digitales que, cual jauría babeante, se convierten en jueces morales que satanizan, condenan y cuelgan al hereje del tuit más alto de la plaza pública.
En este caso el hereje fue el “prieto” jefe del PRI, quien fue llevado a la pira de redes y digitales por cometer el pecado capital de llamar “prietos” a los priistas que se mudan a Morena.
Lo simpático de la doble moralina de esos “chabacanos” jueces morales escondidos detrás de redes y digitales es que ninguno de ellos se escandaliza por barbaridades políticas que no solo debían ser de escándalo, sino de abierta complicidad con criminales. ¿Cuáles barbaridades?
Por ejemplo, que “ya saben quien” promete el regreso del pillo de siete suelas del sindicato minero, que huyó de la justicia mexicana y se esconde en Canadá, luego de un desfalco de millones de dólares.
Incluso, la inmoral promesa de perdonar a “Napito” y regresarlo al puesto de cacique minero mereció el aplauso de algunos sectores en redes y digitales. Pero nadie dijo que el perdón no es gratuito, que es parte del pago de favores económicos.
Sin embargo, llamarles “prietos” a los tránsfugas del PRI en Tabasco y jugar con el alburero “los prietos que ya no aprietan” desató una feroz persecución contra el jefe del PRI.
“Pinches priistas” que se atreven a insultar a los millones de mexicanos por llamarlos “prietos”, decía la condena en redes. “¡Cobardes priistas que se atrevieron a subir un tuit ofensivo a los mexicanos y luego a borrarlos!”.
Y así, en minutos creció la escandalera en redes y digitales hasta dejar perfectamente sembrada la idea de que asistimos al mayor de los horrores políticos y que lo políticamente correcto era exigir que se retracte “el pinche priista racista que insulta el color de piel de los mexicanos”.
De risa la doble moralina de “las jaurías” de redes y digitales que, en cambio, nada han dicho de la inmoral incorporación a Morena de los otrora jefes mafiosos de “la mafia del poder”. ¿Qué dijeron del regreso a Morena de Marcelo Ebrard, uno de los salinistas más puros? ¿Qué dijeron de la incorporación a Morena de Manuel Bartlett, otro de los salinistas de cepa? ¿Qué dijeron del perdón y la alianza grotesca de la profesora Gordillo con Morena?
Pero si aún dudan del carácter selectivo y hasta militante de esa doble moral, basta recordar que en días pasados, el candidato presidencial independiente, Jaime Rodríguez, motejado como El Bronco, dijo que el partido Morena hoy se llama “PRI-eta”, por la numerosa adhesión de ex priistas, además de que sus militantes son los “prietos”.
Así lo dijo: “espero que no se enojen, pero su partido hoy es PRI-eta” y luego jugueteó con el mote de “prietos”.
¿Y qué creen..?
Que en ese caso no apareció la “jauría de idiotas” de redes y digitales y menos la doble moral para condenar con su dedo flamígero. Nadie dijo racista a El Bronco, nadie pidió que se disculpara, a nadie molestó la alusión a los “prietos” de la política y nadie lo metió en un “aprieto”.
Lo reprobable del tema, sin embargo, es que ya es tendencia, práctica común y costumbre aceptada, la doble moral expresada en redes y digitales y, por supuesto, de quienes se esconden detrás de esas fabulosas herramientas de comunicación.
Es decir, que una interpretación idiota, producto del maniqueísmo de los idiotas detrás de las redes, en minutos se convierte en ley, en regla general de pensamiento, en linchamiento, juicio y sanción.
¿De verdad es ofensivo, racista, denigrante llamarle “prietos” a los “prietos”, “gordos” a los “gordos”, “chaparros” a los “chaparros”?.
Acaso lo más preocupante no es que las buenas conciencias de redes y digitales muestren el feo rostro de la hipocresía y la doble moral. Acaso lo lamentable es que muchos periodistas, analistas y opinantes se contagiaron de la moralina estupidizante.
Al tiempo.