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Morelia, Mich., 8 de marzo, 2018.- En esta fecha se conmemora el Día Internacional de la Mujer y, es un tema tan sensible, una realidad tan grave que vive el sector femenino, como lo enfrentan también los varones, y los niños y niñas, los jóvenes, que resulta complicado escribir algo que no hiera susceptibilidades.
Es verdad que desde el hecho que dio origen a esta conmemoración es indignante como es la muerte de cerca de 150 mujeres trabajadoras en un incendio en una fábrica en Nueva York. No hay nada que festejar, coinciden mujeres y hombres, y es cierto.
El hecho de que siga habiendo asesinatos, ataques y violaciones a los derechos elementales no da lugar a ningún tipo de celebración.
El hecho de conmemorar esta fecha no es garantía de que se pondrá fin a los miles de feminicidios, a las condiciones precarias que enfrentan millones de mujeres desde el hogar hasta la calle, los centros de trabajo y las escuelas.
Pero al menos da paso a las reflexiones, a llamar la atención de quienes están a cargo de procurar la defensa de los derechos, los de todos, de mujeres y hombres.
Clamar que no se regalen flores ni se felicite a las mujeres es justamente ese llamado de atención, aunque muchos lo hagan con la mejor intención.
No es para reprochárselos, a menos, claro, que los regalos provengan de un golpeador, homicida o violador.
Pero el fondo es precisamente que no se asuman posiciones radicales; con desdeñar un obsequio no se cambia la realidad, aunque tampoco con lo contrario; lo importante es que sigan creciendo las voces clamando justicia, denunciando injusticias y vejaciones, y no sólo en esta fecha.
Este ocho de marzo, es un pretexto, si así se quiere ver, para seguir clamando justicia y sobre todo, prevención para evitar las atrocidades que se presentan cada día.
Seguir luchando, es lo que nos queda, hasta que, por fin, haya motivos para celebrar.