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CIUDAD DE MÉXICO, 18 de julio de 2021.- Las remesas significan apenas 2.7 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB); por ello, considerar que son un puntal de la economía es un análisis desafortunado porque no se depende de ellas, afirmó Genoveva Roldán Dávila, del Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc), de la UNAM.
Son un soporte importante para alrededor de un millón 600 mil hogares que las reciben, casi cinco por ciento del total en el país. Y “aun así hay datos que indican que en 70 por ciento de los casos, esos ingresos no alcanzan para cubrir los gastos esenciales; 350 dólares al mes son útiles y necesarios para resolver problemas urgentes y completar los ingresos que las personas puedan tener en México para el consumo alimentario, atender la salud o la educación”, indicó.
Hay países que dependen de ellas, por ejemplo Haití, donde representan 26.5 por ciento del PIB; El Salvador 21.4 y Honduras, 20 por ciento. En la economía mexicana no llega al tres por ciento e históricamente ese ha sido su comportamiento; en 2006 representaron 2.6%, recordó la investigadora.
No obstante, en el caso de la República Mexicana, hay algunas entidades y municipios, como Michoacán, donde superan el 10 por ciento del PIB; Jalisco, 9.8 por ciento; y Guanajuato, 9 por ciento. Ciudades como Tijuana, Puebla, Morelia, Guadalajara, Culiacán, Oaxaca, León, Zapopan, Monterrey y San Luis Potosí también tienen alta dependencia de esas divisas.
La universitaria recordó que durante décadas la economía del país se sostuvo por los ingresos de las exportaciones petroleras. Eso implicaba una aportación importante al PIB y al sistema fiscal mexicano. “Los impuestos que le pagaba Pemex al Estado eran de una magnitud exorbitante y eso le permitía tener los ingresos suficientes para su presupuesto anual. Se hablaba de una ‘petrolización’ de la economía”.
En los últimos dos años se transformó. La caída en los precios del petróleo ha sido brutal, son fenómenos que afectan la economía mexicana y a la del mundo. A esta situación se suman los cambios en la política económica para que la paraestatal pague menos impuestos, a fin de que tenga posibilidad de reinversión, desarrollo y crecimiento propios.
Los problemas que tenía la industria petrolera en México por la caída de los precios del crudo se agudizaron debido a la pandemia. La reducción de la demanda a nivel mundial es un elemento clave para explicar por qué Pemex perdió importancia en sus aportaciones al PIB, abundó. Roldán Dávila explicó que el turismo es otro sector que disminuyó su participación en las aportaciones y era relevante, debido también a la emergencia sanitaria que impuso limitaciones en la movilidad de las personas.
Sus contribuciones al PIB en 2019 fueron de 8.7 por ciento, y en 2020 apenas alcanzó 1.5 por ciento, toda vez que la llegada de turismo internacional se desplomó prácticamente a la mitad. En tanto, el sector manufacturero y las exportaciones de automóviles registraron altibajos.
En el primer trimestre de 2021, el PIB se conformó de la siguiente manera: manufacturas, 17.9 por ciento; construcción, 6.9; servicios financieros y de seguros, 5.0; extracción de petróleo y gas, 3.6; agricultura, 2.2; y turismo, 1.4, entre otros. Por tipo de actividad económica fue: primaria, 3.5 por ciento; secundaria, 30.5; y terciaria, 66.0, acotó.
La universitaria rememoró que en los primeros meses de la pandemia las estimaciones del Banco Mundial se orientaban a plantear una caída sustancial en el flujo de las remesas, con las consecuentes afectaciones en los países que las reciben. “Con asombro, los datos nos conminan a ver otra realidad: las remesas no sólo no cayeron en el caso de México, sino que se han incrementado de manera importante”. Los migrantes se van a Estados Unidos con la expectativa de ganar nueve o 10 veces más y mandar dinero a sus familias, pero la realidad es que envían alrededor de 10 por ciento de su sueldo, porque deben pagar renta, servicios y alimentos en dólares.
Está demostrado que los mexicanos son esenciales para determinados sectores, en lo que sus procesos de acumulación del capital dependen de su fuerza de trabajo; su trabajo es fundamental para aquel país y en condiciones de pandemia ha resultado más evidente, recalcó la experta.
Con la pandemia vino un desplome de la ocupación y el incremento del desempleo de los connacionales en la Unión Americana, pero a principios del año en curso comenzamos a ver una recuperación más pronta entre los latinos y mexicanos, en comparación con los nativos estadounidenses.
“En el punto más critico se perdieron alrededor de dos millones de empleos, y para febrero esa cifra había bajado a 188 mil”. De manera adicional, en el caso de los mexicanos se incrementaron los empleos de tiempo completo y su salario se elevó. Así se explica por qué aumentaron las remesas de la manera en que lo estamos observado hoy, comentó Roldán Dávila.
Sin embargo, están insertados en la economía de EU, de manera que dependerá del comportamiento de ésta (si crece o no), que puedan enviar dinero. “Entre las economías de los dos países hay una complementariedad, pero subordinada en el caso de México hacia Estados Unidos; los salarios o las horas de trabajo de los empleados los determinan los dueños de las empresas”.
Por el momento, en la medida que la economía estadounidense esté mejor, las remesas tenderán a crecer en los márgenes que hemos visto desde 2003; para que alcanzaran el 8 por ciento del PIB se requeriría que casi se triplicaran los 12 millones de mexicanos que se fueron a la Unión Americana, a partir de los años 90, y eso no va a ocurrir. Los estadounidenses van a requerir de más migrantes, pero no en esa proporción.