Pequeños universitarios de la UATX llevó taller Entre mazorcas a FILIJ 42
SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 11 de agosto de 2018.- Claudio André Blázquez Aguirre tiene 14 años. A los ojos del Estado de derecho aún es un niño. Sus características físicas, emocionales e intelectuales no corresponden al de un adolescente. Él lo sabe y no tuvo reparo en hacer trámites para ingresar a la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP). Quedó en la posición número 69 de los 380 alumnos admitidos en la cuarta carrera con mayor demanda en esa institución académica.
A diferencia de Carlos Antonio Santamaría Díaz, de 12 años, admitido en la licenciatura de Física Biomédica en la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), André -como le gusta que lo llamen- no se siente niño ni adolescente. Tampoco lo aparenta.
Su círculo de amistades incluye jóvenes de 18 y 19 años. Dejó atrás los juegos de niños; los cambió por lecturas prolongadas durante las noches. Se asume como un joven maduro e inteligente. En las aulas universitarias no quiere ni espera un trato diferente por ser menor.
Admite, pese a su condición de superdotado, que nunca deja de aprender. Se muestra dispuesto y espera instruirse mucho más en su carrera.
Como método de estudio, revela, tiene el hábito de leer a diario medio millar de páginas de diversos libros, en particular de leyes.
Se asume como un chico normal, que va al cine con sus amigos, sale a tomar un café y a pasear a las plazas comerciales. Le gusta ver y ha jugado básquetbol profesional, dice.
Sin el consentimiento de su madre se ha hecho tres tatuajes. Hace un año se tatuó en el brazo derecho la figura del valkum, que significa aprender a encontrar su lugar y utilizada también por los vikingos para entrar el cielo. A él le sirve para “centrarme en mi lugar…no olvidar quien soy”.
André prevé un problema para adaptarse al horario de estudio porque de día duerme y de noche permanece despierto. Cuando cursó la secundaria desertó porque no se adaptó al horario establecido. Tampoco hizo el bachillerato. Le basto presentar un examen para acreditar sus conocimientos en ambos niveles.
Tiene una condición hormonal poco frecuente: baja producción de melatonina (sustancia natural que ayuda a regular el ciclo de sueño). A su ingreso a la Facultad de Derecho comprará melatonina para adaptarse a los horarios.
Desde que tenía seis años, pensó estudiar y ejercer la abogacía. Inquietud que le surgió de una parte muy profunda de su ser; ha luchado para que su padre, de origen argentino, lo reconozca legalmente. Para él es importante ganar el juicio de reconocimiento de paternidad porque obtendría la doble nacionalidad y con ello posibilidades de estudiar en Argentina.
Jóvenes le preguntan qué hizo para ingresar a la institución a su edad. André les responde: “no olvidar la importancia de ser constantes para realmente aprender a estudiar”.