Organizó UATX el taller Construyendo espacios sin violencia
· La maestra Marianela Rodríguez, de la primaria “Francisco I. Madero”, enseñó a leer y escribir a niños y niñas con discapacidad visual en San Pablo del Monte.
TLAXCALA, Tlax., 04 de julio de 2017.- Una noche lluviosa, como tantas en el verano tlaxcalteca, en la sala de su casa, la maestra Marianela tallaba un trozo de madera con perforaciones donde colocaba pequeños clavos que formaban letras para facilitar el abecedario, herramienta similar al tablero Braille.
De acuerdo al boletín oficial, se menciona que mientras con esfuerzo e ingenio completaba los agujeros sobre la madera, pensaba en si de verdad le serviría a José Luis, el pequeño invidente de seis años de edad que al otro día ingresaría a su grupo de primer año de primaria en la escuela “Francisco I. Madero”, de San Pablo del Monte.
Era la primera vez en esa institución que un menor con discapacidad visual se integraba a las clases de un grupo regular. El desafío era enorme.
Cuando la maestra Marianela Rodríguez Castañeda llegó a dar clases a la primaria, ocho años atrás, jamás imaginó que se le presentaría el reto que cambiaría su vida profesional y reafirmaría su compromiso con la docencia: enseñar a leer y escribir a José Luis.
“Cuando me dijeron del ingreso de José Luis, empecé a investigar métodos de aprendizaje y fui a una escuela donde me enteré que trabajan con niños con necesidades especiales; una maestra me compartió un texto donde venía el alfabeto en Braille, y así me comencé a familiarizar con herramientas como la regleta y el punzón, que son elementos fundamentales para que los invidentes lean y escriban”, señala Miss Mary, como le gusta que le llamen.
El trabajo de la Miss Mary se fortalecerá con el objetivo que establece el Plan Estatal de Desarrollo (PED) 2017-2021 en el rubro de Profesionalización del Personal Docente, donde se propone estimular el desarrollo profesional de los maestros, centrado en la escuela y el aprendizaje de los alumnos, así como favorecer su capacitación que permita la revalorización de su papel en la formación de estudiantes.
En el salón de clases donde comparte su particular experiencia, rodeada de tareas escolares, útiles y mochilas de sus alumnos, Miss Mary recuerda que siempre visualizó este reto como una oportunidad para crecer y aprender cosas nuevas, además de que le permitiría inculcar en los niños valores como el respeto, la solidaridad y el compañerismo.
El inicio fue muy difícil, la Miss no imaginó que lo fuera tanto. No importaba. El menor la necesitaba para aprender las letras y ahí estarían ambos hasta lograrlo. Mary construyó la regleta y el punzón de madera, e inició un proceso de aprendizaje que le permitió adquirir las bases del sistema de lectura y escritura Braille para generar en José Luis el gusto por las clases.
El transcurrir de las estaciones del año y el calendario escolar, así como el buen desempeño de José Luis motivó a la Miss Mary a diseñar materiales didácticos que se adecuaran a las necesidades del estudiante invidente. Llegó incluso a traducir cuentos infantiles a este sistema de lectura para hacer más alegre la enseñanza de José Luis. Mientras, los amigos del pequeño, sensibilizados por la maestra sobre el tema de las personas con discapacidad, lo ayudaban a reconocer su entorno e integrarlo en su grupo.
La capacidad de adecuación del menor y su destacado interés por aprender, a la par del acompañamiento que brindaron las autoridades escolares, permitieron que José Luis no solo supiera leer y escribir, sino que también aprendió con rapidez a sumar y a restar.
De esta historia hacen ya cinco años. Hoy, José Luis cursa el quinto grado y, con determinación, continúa sus estudios para estar cada vez más cerca de ingresar a la secundaria; está aprendiendo a utilizar la computadora y participa en concursos de lectura en Braille.
Desde entonces, y a partir de su historia de éxito impulsada por la Miss Mary, más niños y niñas con alguna discapacidad visual o auditiva comenzaron a llegar para inscribirse en la primaria “Francisco I. Madero”. La voz se había corrido.
Con gusto, Miss Mary recibió a Blanca, niña con debilidad visual, a quien ayudó de la misma forma que como a José Luis. Además, los conocimientos de la profesora se ampliaron una vez más, pues con Érick, niño diagnosticado con poca sensibilidad auditiva, aprendió el lenguaje de señas que ahora comparte con el resto de los alumnos, quienes se comunican con su compañero a través de este sistema.
El impacto de la labor de la Miss Mary en sus alumnos ha sido tal que ahora el plantel cuenta con rampas y accesos adecuados para estudiantes con discapacidad, y las familias de la región reconocen que la primaria “Francisco I. Madero” es un referente para niños con necesidades especiales.
Ya es verano otra vez y Miss Mary se prepara para que el próximo ciclo escolar la primaria reciba a un menor invidente más, pero esta vez en el quinto grado, lo que significará un desafío mayor para ella pues en esta etapa el aprendizaje es más complejo. Aun así, la maestra ya imagina las herramientas y los pasos a seguir para sacar adelante a su nuevo estudiante, como lo ha hecho desde mucho tiempo atrás.
“Me da mucho gusto decir que yo formé parte de esas historias de éxito; como maestros tenemos que comprender que, de alguna manera, los alumnos dependen de nosotros, somos su ejemplo permanente y es nuestra responsabilidad enseñarles que no existen límites, y que siempre deben tener metas”, reflexiona Miss Mary en el salón de clases que ha visto crecer, de muchas formas, a Érick, Blanca y José Luis.