Identidad, exposición de Guillermo Kahlo llega al Palacio de la Cultura
Un auténtico mártir; su convicción lo llevó a participar–cuando ni siquiera había ingresado a la secundaria– en una guerra que no era suya pero que le dio el pasaporte para figurar en la comunión de los santos.
Situado muy cerca de la Laguna de Chapala, Sahuayo es (o era) un simpático pueblecito en el norte del bellísimo estado de Michoacán; y ha sido con otros del vecino estado de Jalisco, uno de los más representativos de las tradiciones mexicanas. Fundada hacia 1530 por el conquistador Nuño de Guzmán; fue llamado durante el porfiriato Sahuayo de Porfirio Díaz y finalmente en tiempos del presidente Gustavo Díaz Ordaz se le dio el nombre definitivo de Sahuayo de Morelos.
Durante la llamada época de oro del cine mexicano se rodaron allí algunas escenas de películas costumbristas en las que el personaje principal era el charro, enamorado, buscapleitos, justiciero y hasta llorón, pero eso sí, muy macho.
Todavía recordamos que a principios de los años cincuentas, en algunas sinfonolas de las que funcionaban con un veinte escuchábamos aquello de:
Allá por la vieja ciénega.. …. ciénega.
De Chapala está Sahuayo.. . . huayó
y en el paso de Las Águilas.. . . águilas
¡águilas con las hermanas.. .! ¿qué pasó?, cuñao.. .
Sahuayo se ubica en la zona donde, al mediar los años veintes, al principio unos pocos, pero luego muchos inconformes con las políticas del gobierno de entonces en materia de libertad religiosa, decidieron conquistar, por medio de las armas, su derecho a practicar su religión. En ese entonces sí era cierto que un 95 por ciento de los mexicanos practicaba la religión católica.
El movimiento cristero, cuyas raíces se ubicaron en los Altos de Jalisco (principalmente en Arandas) se extendería más tarde a Michoacán, Colima, Querétaro, Aguascalientes Zacatecas, parte de San Luis Potosí y a la ciudad de México. Y precisamente en aquél Sahuayo nació José Luis Sánchez del Río quien, a pesar de la negativa de su madre, se unió al movimiento cristero con la firme convicción de que “nunca había sido tan fácil ganarse el cielo como ahora.. .” Tenía entonces catorce años.
José Luis había crecido en una familia creyente, practicante y piadosa; de adolescente era miembro de Las Vanguardias, grupo local de la ACJM; al estallar la guerra cristera sus hermanos mayores se unieron a ella bajo el mando del general Prudencio Mendoza. José Luis lo haría meses después en el grupo comandado por el general cristero José Sánchez Ramírez.
En el libro de Luis Manuel Laurean Cervantes, El niño testigo de Cristo Rey editado en Madrid en 2015, se narra cómo, el 6 de febrero de 1928, después de que en un combate contra los soldados federales el caballo del general Sánchez Ramírez fue herido por las balas enemigas, José Luis le dio el suyo diciéndole: “Aquí está mi caballo; usted hace más falta a la causa que yo”.,
Gracias a esa montura el general pudo huir pero José Luis Sánchez del Río fue hecho prisionero.
Eran los tiempos en que no había compasión para con los alzados. El temible Maximino Ávila Camacho arrasaba, incendiaba y destruía pueblos enteros. Sus pobladores eran, sin más, declarados bases de apoyo para los cristeros y conducidos a campos de concentración, modalidad utilizada como práctica infalible diez años más tarde contra los judíos en Europa durante la ocupación nazi.
A pesar de no haber cumplido aún quince años, Sánchez del Río fue sometido a juicio sumario que sin mediar trámite alguno lo condenó a muerte. Dos de sus amigos, uno de siete años llamado Marcial y otro de nueve, Enrique Amezcua Medina, presenciaron el juicio. Con la sentencia, según narraron ambos, el gobierno quería dar a la población civil que apoyaba a los cristeros, un castigo ejemplar.
La noche del 10 de febrero los soldados le desollaron a José Luis las plantas de los pies y lo obligaron a caminar descalzo por las calles de Sahuayo hasta llegar al panteón municipal. Durante todo el trayecto y a pesar del dolor, Sánchez del Río fue dando vivas a Cristo Rey y a la Virgen de Guadalupe.
Ya en el panteón se le sometió a un ahorcamiento simulado. Uno de los verdugos, Rafael Gil Martínez, apodado El Zamorano le preguntó ¿Qué quieres que le digamos a tus padres?. José, ya casi en agonía le respondió: Que viva Cristo Rey y que en el cielo nos veremos?. Gil Martínez sacó su pistola y lo mató de un tiro en la sien cuando el reloj de la parroquia de Sahuayo daba las 11:30 de la noche.
Sin ataúd ni mortaja José Luis recibió directamente las paladas de tierra hasta que años después sus restos fueron exhumados y llevados a las catacumbas del templo expiatorio del Sagrado Corazón. Actualmente reposan en la parroquia de Santiago Apostol, en Sahuayo.
La vida y martirio de Sánchez del Río es descrita en la película “Cristiada” que, estrenada en 2012 fue dirigida por Dean Wright.
Junto con otros 11 cristeros considerados mártires, José Luis Sánchez del Río fue declarado beato el 20 de noviembre de 2005 en una ceremonia en Guadalajara presidida por el cardenal José Saraiva Martins, en ese tiempo prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos. Solo faltaba que un milagro atribuido a él lo llevara a la santidad.
El milagro ocurrió en enero de 2016 cuando la niña mexicana Jimena Guadalupe Magallón Gálvez que tuvo meningitis, tuberculosis, convulsiones y un infarto cerebral, se recuperó cuando ya los médicos no le daban ninguna esperanza. El 21 de enero el Papa Francisco firmó el decreto respectivo y así, José Luis Sánchez del Río fue elevado a la santidad el 16 de octubre, hace apenas hace menos de tres años, junto a otros seis beatos.