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TLAXCALA, Tlax., 06 de Febrero de 2017.-En compañía de la asociación ‘Peluditos de la Calle’, la tarde de ayer domingo 05 de febrero “Citla” estuvo presente en el municipio de Apizaco, a 20 minutos del centro de la capital tlaxcalteca, para promover el rescate, la adopción y el cuidado a los animales en situación de abandono.
Nacido hace 12 años en la cumbre del volcán Sierra Negra, en una camada de seis cachorros, Citla es un macho ; sin embargo cuando el velador del lugar cayó enfermo, la perruna familia bajó del volcán en compañía de su cuidador, quedándose Citla a vivir en la montaña.
Por su cercanía con el Cítlaltépetl (o Pico de Orizaba), Citla aprendió a deambular por la región e incluso servía como guía a montañistas que visitaban el lugar y a quienes acompañaba en sus recorridos hasta la cima, pues conoce muy bien los senderos y rutas.
Sin embargo, durante un tiempo, la vida de Citla corrió peligro pues, el 7 de enero de 2013, la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF), en ese entonces, informaba sobre la captura de 18 perros “salvajes” que presuntamente habían atacado a un grupo de personas en la reserva ecológica del Cerro de la Estrella, y aprovechando esta noticia, un periodista Veracruzano acusó la presencia de un “perro peligroso en el volcán”, y quien pidió la presencia de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), para que lo sacrificaran por ser un peligro para los alpinistas.
“Él, por sacar la nota de los perros salvajes en Iztapalapa y que habían atacado gente, se le hizo fácil subir la nota. De inmediato me hablaron todos los que lo conocían, así como publicaron sus historias sobre cómo Citla les ayudó en sus recorridos por la montaña”, dijo Hilario Aguilar Aguilar, proveniente de Ciudad Serdán, Puebla.
Actualmente, y por su edad, Citla padece un caso de ceguera en un ojo, mientras que en el otro tiene un bajo nivel de visión debido a la radiación solar; ha comenzado a perder piezas dentales y debido a su alimentación comienza a presentar osteoporosis, y por su larga estadía en las alturas, tiene un corazón más grande de lo normal; a pesar de ello, dice Aguilar, Citla continúa andando a solas por los senderos del Pico de Orizaba por medio del oído y del olfato, por lo que no puede perderse y a pesar de sus afecciones, tiene un perfecto estado de salud.
Se ha enfrentado con perros agresivos que los mismos alpinistas sueltan con la intención de herirlo; gracias a que convivió por ocho años con coyotes, Citla aprendió el sistema de comunicación de las jaurías y gusta de aullar en las noches y contrario a lo que se piensa no es salvaje o agresivo, se muestra afectuoso con las apizaquenses que tuvieron la oportunidad de conocerlo, pues agradece los mimos acostándose sobre su lomo en una invitación para ser acariciado.
“En la vida de Citla tenemos un ejemplo de lo que puede ser un animalito, a los que nos falta cultura es a los humanos ya que los perros también son hijos de la creación y tenemos que ser más nobles con ellos. No maltratarlos, esterilizarlos para evitar el abandono de perritos”, comenta el también guía de alta montaña.