Regresa el Festival Viva Pa’l Niño; buscará diversión para las infancias
CIUDAD DE MÉXICO, 19 de noviembre de 2019.- Una centena de alumnos y alumnas de la escuela secundaria Técnica #42 Ing. Alejo Peralta Díaz Ceballos, de la colonia Morelos, en la Ciudad de México, vivieron al lado del músico, cantante, actor, abogado y humanista panameño Rubén Blades, una charla inspiradora para enriquecer el espíritu y compartir cómo la música mueve al forjamiento de una cultura para la paz y la convivencia armónica.
Con el objetivo de brindar espacios de diálogo y escucha con creadores cuyas trayectorias resulten modelos o ejemplos para la vida y la reflexión entre niñas, niños y adolescentes, el programa Alas y Raíces de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México organizó este martes una charla con el salsero Rubén Blades, en el marco del proyecto Tiempo para juglar, y a propósito de la visita del músico a México.
Tiempo para juglar busca ser un espacio compartir distintas experiencias artísticas que se traduzcan en el acercamiento a la lectura y a la exploración de las artes a través de la oralidad.
Con ese objetivo, el programa Alas y Raíces ha construido espacios de diálogo e intercambio de experiencias entre especialistas en la oralidad y sus distintas manifestaciones, para el trabajo con las infancias y adolescencias del país.
Este martes, el relator de historias, en cuyas letras han convivido el retrato de la vida cotidiana, la crítica y la reflexión, conversó con niñas, niños y adolescentes sobre sus inquietudes e intereses, en compañía de maestros, directivos del plantel y algunas mamás, quienes disfrutaron de la proyección del documental Yo no me llamo Rubén Blades, producido por Abner Benaim, el cual hace un retrato cercano a la vida y obra del cantante panameño.
Al término, tras un par de preguntas contextuales por parte de Antonio Rodríguez Frino, coordinador nacional del programa Alas y Raíces, las manos levantadas y las voces claras dieron paso a lo que el mismo Rubén Blades nombró como “una de las mejores sesiones de preguntas que he tenido entre tantos años de conferencias y entrevistas” ¿Qué sientes cuando cantas? ¿En qué se inspira para hacer sus canciones? o ¿Cuáles eran sus materias favoritas en la escuela?, fueron algunas de las interrogantes para las que el panameño siempre tuvo respuestas francas y claras que dejaban atentos a los presentes y en evidente remembranza al propio Rubén, para quien “La música puede servir, entre otras cosas, para educar, para documentar cosas, para expresarnos. Y yo decidí que para eso iba a dedicarme a ello”.
Así, el hoy doctor honorario en Humanidades por el Lehman College; en estudios Chicanos por la Universidad de Berkeley, y en música por el Berklee College of Music; compartió sobre sus orígenes e inspiración familiar: “Mis papás no terminaron ni la primaria.
Mi mamá tocaba el piano y cantaba pero tenía una familia que atender al igual que mi papá; ellos querían que tuviéramos las condiciones para desarrollarnos en la vida”.
“Yo fracasé en las materias de matemáticas, música y educación artística, pero ustedes no deben desalentarse por ningún fracaso o dificultad.
Decidí que no iba a fracasar otra vez porque me dio mucha vergüenza por mí y por mi familia.
Me pregunté qué fue lo que hizo que fracasara y partí de ahí y, si yo lo pude hacer, lo puede hacer cualquiera”.
Sobre su forma de componer y escribir canciones comentó que “Siempre he pensado que no debemos escribir sobre lo que no sabemos.
Yo observo mucho que sucede a mi alrededor y allí es donde encuentro la inspiración para mis letras.
Gabo (Gabriel García Márquez) me decía que, frente a la hoja en blanco hay que ir a la sección de clasificados en el periódico y encontraremos un aviso sobre un pájaro en venta, y eso provocará imaginarnos y presuponer cosas alrededor de ese animal.
Y para alimentar la imaginación es importante hacernos al hábito de la lectura ya que entre más leamos más posibilidades imaginativas desarrollamos.”
Recuerda que fue a los siete años cuando se dio cuenta de que tenía un talento, quizás, cuando escribió un cuento corto con el que participó en un concurso y ganó el primer premio: “Uno no sabe por qué se gana las cosas, no acabo de entender eso de los premios, sobre ganar a expensas de la derrota de otro, cuando lo verdaderamente importante y valioso son las creaciones de todos los que participan por igual”.
Dentro del grupo de alumnos de la secundaria, se hallaban integrantes del Ensamble Comunitario Tepito para quienes el músico alentó su interés por la música: “Sin duda, la música nos hace reaccionar a todos los seres vivos: las plantas, los animales, las personas.
Yo les aconsejo que estudien además de ser músicos; ambas cosas son compatibles.
También importante imitar para aprender de quienes ya saben y luego forjar un estilo propio y preguntarse ¿por qué quieren ser músicos? ¿Cuáles son las motivaciones y aspiraciones?”.
Cuando un chico le hizo la pregunta de qué lo motivó a salir de sus dificultades, respondió: “Yo siempre tuve confianza en lo que sabía, en lo que conocía, todo lo consideré como pruebas y por eso procuro pensar que todo es superable con paciencia y esfuerzo.
Tengo muchos amigos que se quedaron en el camino por las drogas, ustedes harán lo que decidan, pero deben creer que todos podemos sobreponernos a lo que nos suceda.
Tengo 71 años y no envidio ni le hago mal a nadie, hago deporte. Mantengan siempre la curiosidad por las cosas, porque la indiferencia es lo que nos acaba, la edad no es lo que importa. El fracaso es no tratar”.