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CIUDAD DEL VATICANO, 25 de diciembre de 2018.- El Papa Francisco felicitó por la Navidad y clamó por fraternidad para el mundo entero, sobre todo entre personas con ideas diferentes, de diversas religiones, etnias y culturas.
Poco antes del mediodía, el pontífice apareció en el balcón central de la Basílica de San Pedro y desde allí saludó a una multitud, congregada en la plaza vaticana, a la cual impartió su bendición “urbi et orbi” (a la ciudad y al mundo).
“A ustedes, fieles de Roma, a ustedes, peregrinos, y a todos los que estáis conectados desde todas las partes del mundo, renuevo el gozoso anuncio de Belén: Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad”, afirmó, introduciendo su mensaje navideño.
Antes, ni bien se asomó, dos bandas militares ejecutaron los himnos de Italia y el Vaticano, como marca la antigua tradición.
Después un cardenal recordó que la bendición navideña del Papa tiene valor no sólo para los presentes en la plaza, sino también para quienes la sigan a través de los medios de comunicación.
Después, sostuvo que, como los pastores, quienes fueron los primeros en llegar a la gruta, todos los seres humanos contemplan asombrados la señal que Dios ha dado: Un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.
“En silencio, nos arrodillamos y adoramos. ¿Y qué nos dice este Niño, que nos ha nacido de la Virgen María? ¿Cuál es el mensaje universal de la Navidad? Nos dice que Dios es padre bueno y nosotros somos todos hermanos”, siguió.
“Esta verdad está en la base de la visión cristiana de la humanidad. Sin la fraternidad que Jesucristo nos ha dado, nuestros esfuerzos por un mundo más justo no llegarían muy lejos, e incluso los mejores proyectos corren el riesgo de convertirse en estructuras sin espíritu”, abundó.
Precisó que, por eso, su deseo de feliz Navidad es un deseo de fraternidad. Augurio que se aplica a personas con ideas diferentes pero capaces de respetarse y de escuchar al otro y a personas de diversas religiones; porque Jesús quiso revelar el rostro de Dios a todos aquellos que lo buscan.
Explicó que el rostro de Dios se manifestó en un rostro humano concreto, porque Jesús no apareció como un ángel sino que decidió nacer en un tiempo y un lugar concretos, como un hombre.
Con ese gesto -continuó – el hijo de Dios dejó en claro que la salvación pasa a través del amor, la acogida y el respeto de la “pobre humanidad”, que todos los seres humanos comparten en una gran variedad de etnias, de lenguas, de culturas, pero todos hermanos en humanidad.
Para el Papa, gracias al mensaje de la Navidad las diferencias no son un daño o un peligro, sino que son una riqueza; como ocurre con un artista que quiere hacer un mosaico para el cual es mejor tener a disposición teselas de muchos colores, antes que de pocos.
“La experiencia de la familia nos lo enseña: siendo hermanos y hermanas, somos distintos unos de otros, y no siempre estamos de acuerdo, pero hay un vínculo indisoluble que nos une, y el amor de los padres nos ayuda a querernos”, estableció.
“Lo mismo vale para la familia humana, pero aquí Dios es el ‘padre’, el fundamento y la fuerza de nuestra fraternidad”, apuntó.