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TLAXCALA, Tlax., 27 de noviembre de 2016.- El mismo día en que se cumplieron 60 años de haber zarpado el Granma hacia Cuba, murió el Comandante Fidel Castro, quien junto con Ernesto Che Guevara, un osado grupo de combatientes dieron patria a los cubanos.
Hubo un tiempo en que la Revolución Cubana y México estuvieron tan ligados, que los cubanos a la fecha se refieren a los mexicanos como hermanos y reconocen la estrecha amistad y solidaridad mexicana, desde que al frente del presidente Lázaro Cárdenas, México levantó la voz para protestar la decisión de marginar a la isla de los países integrantes de la ONU y se rebeló contra el bloqueo comercial que impuso el gobierno de Estados Unidos, que apenas levantó el presidente Barak Obama en las postrimerías de su administración.
Por eso a la muerte del dirigente revolucionario Fidel Castro hubo un impacto en el ánimo de los mexicanos, que se volcaron en muestras de duelo en la Embajada de Cuba en la Ciudad de México, donde cientos de mexicanos acudieron, con lágrimas, a homenajear al hombre que en este país, junto con el Che Guevara, preparó la Revolución Cubana, inspirados en la ideología de la Revolución Mexicana.
Tras el frustrado asalto al Cuartel Moncada, el 26 de julio de 1953, Castro viajó y se instaló en nuestro país, donde en 1955 tuvo el apoyo del gobierno mexicano para llevar a cabo la empresa más importante de su vida y fue el mexicano Antonio del Conde, quien consiguió a Fidel Castro el yate Granma con el que el caudillo partió de México hacia Cuba en 1956 para emprender su Revolución.
Del Conde, de 91 años, lloró ayer la muerte de su amigo frente a la Embajada de Cuba junto con otros seguidores mexicanos, admiradores de Fidel y de la Revolución Cubana, que transformó a la isla en una nación digna que soportó las presiones internacionales y supo salir adelante con reformas que a la fecha hacen de Cuba un país donde hay cultura, no hay niños de la calle, ni analfabetas ni mendigos y un sistema de salud pública avanzado.
Ahí estaban cientos de mexicanos, para expresar su dolor por la muerte de quien llegó a ser su amigo. “No hay palabras para decir lo que significa la muerte de Fidel. Él me enseñó una vida nueva; me tiene que enseñar a vivir sin él”, dijo Del Conde a periodistas.
El autor del libro Memorias del dueño del yate Granma dijo que en la víspera asistió en Tuxpan, Veracruz, a la conmemoración del sexagésimo aniversario de la partida del Granma del Puerto de Veracruz y que en el evento pidió un aplauso para el Comandante Fidel Castro, “que fue el último que le dimos”, dijo
Tras el asalto al Cuartel Moncada, Castro estuvo preso casi dos años en Cuba, y al salir, voló a México el 7 de julio de 1955. Primero estuvo en Mérida, luego en Campeche y Veracruz. Ya en la Ciudad de México, cuando tenía 29 años, organizó a un grupo al que se integró Ernesto ‘Che’ Guevara, que zarpó a Cuba, donde derrocó al presidente Fulgencio Batista.
Fue en nuestro país donde Castro elaboró un manifiesto en el que informaba de la conformación del Movimiento Revolucionario 26 de julio, para restaurar la democracia y la justicia en Cuba.
Durante la preparación de ese grupo revolucionario en la Ciudad de México, el entonces llamado Servicio Secreto de la policía al mando de Fernando Gutiérrez Barrios –que tenía en sus filas al que después fue el general Arturo Durazo- detuvo a Castro y a varios de sus correligionarios. Por la oportuna intervención del presidente Cárdenas fueron liberados, contó Castro.
En una conferencia de prensa, en 1978, Durazo Moreno nos contó los detalles de esa histórica anécdota y que –acostumbrados los policías del Servicio Secreto a los métodos tradicionales de la tortura- ya habían iniciado los interrogatorios a los revolucionarios, “cuando nos llegó la orden de arriba, para dejarlos en libertad, de inmediato”.
Luego que fueron liberados, ellos operaron varios meses en la clandestinidad y el 25 de noviembre de 1956, el líder revolucionario y 82 combatientes partieron hacía a Cuba para iniciar la revolución.
El presidente cubano visitó México en otras 10 ocasiones como invitado especial, dos en el marco de relaciones multilaterales, una de estado y otra como parte de una visita oficial. La primera fue el 17 de mayo de 1979, invitado por el presidente José López Portillo, en Quintana Roo. Los reporteros que cubrimos la información nos disputábamos la cercanía con el Comandante.
El 7 de agosto de 1981, volvió a México en visita oficial; el 1 de diciembre de 1982 regresó a la Ciudad de México para asistir a la toma de posesión del presidente Miguel de la Madrid Hurtado.
En medio de las protestas por las cuestionadas elecciones, regresó a México el 1 de diciembre de 1988 para asistir a la transmisión del mando de Carlos Salinas de Gortari. Tres días después, el 4 de diciembre de 1988, Castro volvió para encabezar en Tuxpan, Veracruz, los festejos del aniversario del desembarco del yate Granma.
En 1991, regresó como participante e invitado especial de la Cumbre Iberoamericana y la reunión del Grupo de los Tres. Tres años después, el 1 de diciembre de 1994, Castro volvió al país para la toma de posesión de Ernesto Zedillo. Las dos últimas fueron en la toma de protesta de Vicente Fox y el 21 de marzo de 2002, cuando el mandatario panista le hizo la grosería del famoso “comes y te vas”, en la Conferencia Internacional sobre el Financiamiento para el Desarrollo, convocada por la ONU. En todas las ocasiones hubo manifestaciones de aprecio del pueblo mexicano al mandatario cubano, que ahora ya está en la otra dimensión. Hasta siempre, Comandante Castro Ruz.