FGJ capacita a servidores del Tribunal Electoral en perspectiva de género
CIUDAD DE MÉXICO, 27 de septiembre de 2018.- Dos veces, un grupo de padres de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa gritó: “¡Ahora se hace indispensable presentación con vida y castigo a los culpables!”.
—¿También castigo al Ejército y a quienes obstaculizaron la investigación? —cuestionó a Andrés Manuel López Obrador una voz perdida entre la muchedumbre apretujada en el auditorio del Museo Memoria y Tolerancia.
—A todos —respondió él y evadió más preguntas con apapachos a familiares de los normalistas.
Había culminado un encuentro de tres horas, el primero de las víctimas con el Presidente Electo, aunque desde hace dos meses comenzaron a dialogar con Alejandro Encinas, propuesto para la Subsecretaría de Derechos Humanos de Segob.
Durante la reunión, a cuatro años de lo sucedido, el nuevo gobierno selló tres acuerdos: Instalar una comisión para investigar la verdad, con o sin sentencia judicial; emitir un decreto el 1 de diciembre para garantizar la cooperación en esta indagatoria de toda la administración pública federal y solicitar la asistencia técnica y colaboración en los trabajos de la CNDH y de organismos internacionales como Naciones Unidas y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
AMLO se comprometió además a terminar con el espionaje y persecución a los padres desde Gobernación.
“Segob cambiará su función tradicional: ya no tendrá que ver con asuntos policíacos ni con espionajes, se dedicará sólo a las relaciones políticas, entendiendo la política como un oficio noble, y a la protección de los derechos humanos”, detalló el tabasqueño y pidió al Poder Judicial, “con todo respeto, porque es independiente, reafirmar la sentencia para constituir una comisión investigadora”.
Doña María Elena, madre del estudiante Giovanni Galindes, y don Epifanio, papá del alumno Jorge Álvarez, subieron al estrado para ofrecer la postura colectiva de los afectados. “Cuatro años hemos luchado para abrir puertas, y ésta se abrió sola. Nuestros hijos son sus hijos”, dijo ella.
“Queremos abrazar y besar a nuestros hijos, decirles: te quiero. Prefiero morirme a seguir viviendo este dolor. Mi esposa pregunta: ¿qué haremos si no encontramos al chamaco? Quisiera decirle una mentira, pero no puedo”, expresó él.
López Obrador, Encinas, y Olga Sánchez Cordero, próxima titular de Segob, los seguían con mirada conmovida y las manos cruzadas en señal de pesar.
Al final de las intervenciones se pidió la presencia de todos los padres para la foto. No eran 43, sino 19: diez hombres y nueve mujeres. La mayoría con morrales, sombreros, atuendos de manta y huaraches, la piel ajada como una marca del tiempo y de la agonía. Llevaban puestas playeras alusivas al recuerdo y pendones con la imagen del hijo añorado.
“Siempre he trabajado en el campo, desde chiquito mi hijo me llevaba de comer a la siembra, se sentaba conmigo a contemplar la milpa, el día que regrese voy a quedar loco de alegría”, comentó don Epifanio.
“A veces lo veo cruzando la puerta de la casa, abrazándome y diciéndome al oído: ¡mamita, estoy vivo, la pesadilla se fue”, narró doña María de Jesús Tlatempa, mamá del normalista José Eduardo Bartolo.
Ellos, todos, hablaban de vida, jamás de muerte; de reencuentro, nunca de olvido.
Con información de La Crónica de Hoy