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Gustavo Díaz Ordaz ordenó fuego contra los estudiantes reunidos en la plaza de las tres culturas de Tlaltelolco
TLAXCALA, Tlax. 2 de octubre de 2019.- La noche de aquel miércoles 2 de octubre de 1968, marcó un antes y un después en México, desde un punto de vista social y político, en el que el presidente número 54 de la historia, Gustavo Díaz Ordáz, dejo una enorme cicatriz para las causas sociales de los estudiantes de ese entonces y hasta ahora, no se olvida.
Desde finales de los años 50 y toda la década de los sesentas, existieron diversos movimientos de médicos, ferrocarrileros, electricistas, campesinos y estudiantes, en todos los casos eran disueltas por militares; pero evidentemente algo más estaba pasando que era la inconformidad con el orden existente, autoritario y represivo; además de intervenciones militares en las universidades, que crearon un ambiente de descontento y malestar entre la juventud.
Entre los antecedentes, en 1956 los estudiantes del Instituto Politécnico Nacional (IPN), protagonizaron una huelga que terminó con la ocupación militar de sus edificios por un año. En 1963 la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, también fue disuelta por el ejército, dos años después paros y marchas de médicos y enfermeras en demanda de un mejor salario a quienes se les sumaron estudiantes de medicina, eran algunos de los elementos presentes en el espíritu del movimiento estudiantil del 68.
Antes había habido otros mexicanos que habían reclamado en cierta forma lo mismo, solo el cumplir la ley y el respeto a la constitución, además que vivíamos en un verdadero mar de estímulos que provenían de Europa, un elemento que influyó de manera significativa en México; aunque con menos fuerza que en estados unidos de América, en que las protestas por la Guerra de Vietnam y la lucha por los derechos civiles de minorías, la liberación sexual y el feminismo, fue una estimulante coincidencia, en que los estudiantes de ese México de 1968 se unieron al reclamo internacional latente.
Los estudiantes comenzaron una revolución que se extendió a los alumnos y maestros de los planteles 1, 2 y 3 de la Escuela Nacional Preparatoria de la UNAM, iniciando una revuelta que no pudo contenerse y para el 30 de julio el ejército había hecho un sitio en las calles y utilizó una lanza de cohetes para derribar las puertas de San Ildefonso, a lo que el entonces rector de la máxima casa de estudios, Javier Barros Sierra, izó la bandera a media asta en Ciudad Universitaria y el 1 de agosto encabezó una marcha de protesta en el sur de la ciudad, que terminó en la ocupación militar de CU el 18 de septiembre.
El 24 de ese mismo mes el ejército ocupo las instalaciones del IPN, en el casco de Santo Tomás, y fue para el 27 de septiembre que en protesta a la militarización que ocurría en el país, el Consejo Nacional de Huelga (CNH) organizó un mitin en Tlaltelolco el 27 de septiembre, como alternativa a la ocupación militar.
Fue entonces que el 30 de septiembre el CNH organizó otra movilización en la plaza de las tres culturas, para ese 2 de octubre dar a conocer el pliego petitorio de 6 puntos que buscaban entregar al presidente Díaz Ordaz; mas no contaban con que a las 6:10 de la tarde iniciaron el fuego contra los miles de estudiantes que ahí se encontraban y según el archivo histórico y digital del Centro Cultural Universitario de la UNAM, acabo con la vida de 78 personas y mil seiscientos 38 agraviados, aunque se cree que puedan ser más.