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TLAXCALA, Tlax., 30 de agosto de 2019.- A dos años del arribo del Monseñor, Julio César Salcedo Aquino, como obispo de la Diócesis de Tlaxcala, afirmó que a su llegada a la entidad, uno de los retos que más ha tenido que enfrentar, ha sido el de impregnar la vida y las estructuras de la diócesis en la pastoral y la misericordia.
Asimismo, afirmó la creencia de que su ordenación episcopal a finales de agosto del año 2017, tiene una estrecha relación con su trabajo pastoral que significa el ministerio con los Niños Mártires de Tlaxcala, Cristobal Antonio y Juan, por lo que comentó “cuando saludé al santo padre Francisco, después de la canonización, me dijo que estos niños eran valientes, audaces, generosos y creativos; es todo un programa de servicio a la diócesis”.
A su vez, mencionó que los niños mártires de Tlaxcala, son ejemplo de fidelidad al evangelio, a su tierra y al mensaje de San Juan Diego, “que fue el que recibió el mensaje de la Virgen de Guadalupe en el Tepeyac”, por lo que al celebrar el año jubilar de los 500 años de la primera Eucaristía celebrada, el obispo señaló que la actitud de la feligresía tlaxcalteca debe ser de alegría y amor, en memoria de los laicos y sacerdotes que han entregado su vida a causa de Dios.
De igual manera recalcó que, cuando al inicio de su ministerio en Tlaxcala, cuando pidió a los feligreses vivir en misericordia, se refería a adquirir ese don mediante el encuentro con Dios, que sucede cuando somos conscientes de lo generoso que Dios ha sido con sus hijos, y así, éstos se acercan a los “rostros dolientes de Jesús” y remarcó “en la vida no se puede vivir sin amor y misericordia”.
Expresó, que la diócesis de Tlaxcala, es una pastoral siempre activa por el camino del evangelio, pero en la que aún faltan muchos proyectos por abordar ante los problemas sociales y las dificultades que representan actualmente la dificultad para vivir en armonía.