Realizan Expo-Venta por el Día Naranja en Tlaxcala
TLAXCALA, Tlax., 19 de agosto de 2019.- Son las nueve y media de la mañana, estamos arribando a la heroíca Humantla, tuvimos que dejar el coche hasta las orillas, no hubo forma de avanzar más, ya está todo cerrado y en espera de que inicie la versión tlaxcalteca de los encierros de San Fermín que se realizan en Pamplona, España, “La Huamantlada”.
La primera vez que se realizó este evento fue allá en 1954, una iniciativa que surgió de los aficionados entre los que estaba Eduardo Bretón González, Manuel de Haro, Sabino Yano Sánchez, Miguel Corona Medina y Raúl González, este último que acompaño a Jorge Aguilar “El Ranchero” en España, donde tuvieron oportunidad de presenciar los sanfermines.
En ese entonces solo 6 toros de “Piedras Negras” fueron liberados en las calles desde un corral exprofeso hasta la plaza de toros para ser lidiados esa tarde de 15 de agosto de 1954, donde participaron Manuel Capetillo, Jorge Aguilar “El ranchero” y Rafael García, por lo que era imposible no evocar ese momento y tratar de imaginar cómo habrá sido ese primer encierro, a diferencia de los 17 toros que se soltarían en las calles y los más de 300 mil espectadores que se dieron cita este 17 de agosto de 2019.
Conforme nos íbamos adentrado en Humantla sobre la calle Allende que nos conduciría a casa de Héctor, nuestro amigo que nos esperaba para presenciar la Humantlada desde su casa, veíamos a la gente que en su mayoría con sombreros y camisas blancas comenzaban a tomar lugar en los “burladeros” o gradas colocados en las 17 calles, otros se quedaban en medio a la espera de que dieran las 11 de la mañana para probar su suerte de aficionados con el toro.
Héctor ya aguardaba. Como cada año con la calidez de siempre y un gran abrazo nos hacía pasar a su casa, donde nos ofreció una cerveza para calmar el calor de la caminata y nos dio a probar por igual de la bota especial que prepara para esta fecha con su receta secreta que nos ha asegurado: “Se va a llevar a la tumba”.
Unos minutos después Héctor, con ayuda de los amigos que llegaron y su familia cerró el burladero que colocó en su casa y nos indicó tomar lugar en el balcón para poder tener las mejores fotos y visibilidad, momento en que sonó el primer cohetón y la adrenalina se comenzaba a sentir, pues veías a la gente que corría para encontrar un burladero y los que enfrentarían al toro esperaban pacíficamente el momento del inicio.
El momento llegó, con el tercer cohetón en punto de las 11 de la mañana entre gritos y gente que salía corriendo en las calles, comenzó la huamantlada haciendo su aparición en la calle Zaragoza un majestuoso toro gris del que calculo casi media tonelada de peso, por el lado de la calle Allende, listo para encarar a los aficionados que aguardaban su llegada.
No pasó mucho para ver a los primeros acercarse al toro, con sus capotes improvisados y algunos novilleros con gallardía trataban de brindar un espectáculo similar al que puedes ver en una plaza, de repente caía cerveza o latas que los hacía voltear colerizados hacia el público: ¡respeten!, sin ofender al toro.
Nunca falta los imprudentes que por más esfuerzo que las autoridades hicieran existe una venta desmedida de alcohol lo que convierte eso en una mega cantina y es la influencia de las bebidas embriagantes que muchas veces tiene fatales consecuencias.
Al cabo de una hora, otro cohetón anuncia el final, el caporal entra a la calle para capturar al toro y regresarlo a corrales. Estos toros ya no sirven para el ruedo, han desarrollado instintos y habilidades lo que los convierte en un peligro fatal para el torero, desde hace años se decidió así, unos son para la huamantlada, otros para la corrida.
La gente comenzó a bajar y todos los reporteros corríamos a llamar para tratar de obtener el número de heridos o en su caso muertos, 9 era la cifra oficial, en que como siempre la imprudencia de meterse al circuito ebrios era la principal causa de salir heridos.
Era divertido ver la cantidad de gente en las calles, que sin conocerse muchos se unían en una mega fiesta, algunas familias preparan comida para recibir a sus invitados, otros que vienen de visita traen lo propio y los puedes ver comiendo en algún lugar de los burladeros que no retiran todavía.
Nosotros tuvimos la suerte de gozar de pierna al horno y vino tinto, compartir la mesa con algunos que quizá no conocíamos, pero de repente todos éramos una gran familia que pese a las miles de personas y el ruido, era el gusto de reunirnos, que nos juntaba una más de las muchas aristas que tiene la fiesta brava en Tlaxcala, la huamantlada.