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TLAXCALA, Tlax., 18 de enero de 2017.- Sin la fastuosidad ni solemnidad de una boda “normal”, las instalaciones de la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH), ubicadas en la comunidad de Loma Bonita, en el municipio de Tlaxcala, ya esperaban Jorge y Horacio desde muy temprano para ser mudos testigos de la firma del acta que permite a la pareja compartir los mismos derechos que cualquier ciudadano y escuchar el “sí” formal que, seguramente, ya se han dado y reafirmado muchas veces entre ambos, pero que en este día, en un mundo de formalidades, da legalidad a una relación que va más allá de papeles.
Enfundados en sencillos pero elegantes trajes, Jorge y Horacio, hombro a hombro, dan un paso más para seguir compartiendo sus vidas.
Seguros, sonrientes, un tanto nerviosos por la emoción que significa el hecho, Jorge y Horacio observan a la congregación que decidió respaldar esta unión que va más allá de la tradición y los tabúes.
Los familiares, amigos y curiosos, les devuelven sonrisas o saludos, mientras ellos esperan el momento para pasar a firmar el documento que ante las Leyes los convierte en pareja.
En punto de las 9:00 hora, frente a familiares, amigos y en compañía de la ex diputada local Eréndira Jiménez Montiel y de la titular interina de la CEDH, Angélica Temoltzin Durante, Horacio López Muñoz y Jorge Salvador Rubio Nieto, dieron testimonio de su unión civil que trascenderá más allá de una unión simbólica, pues es un paso adelante para la comunidad Lésbico, Gay, Bisexual, Transexual, Transgénero, travestí e Intersexual (LGBTTTI) de Tlaxcala, no solamente en vías de una legislación, sino en un llamado a la valentía y a la no-vergüenza de quienes permanecen temerosos de cualquier señalamiento social.
De este modo, y bajo el halo de ser parte de la historia, escuchan el discurso de la titular interina de la CEDH, por momentos se sonríen el uno al otro, en señal de una complicidad forjada tras 16 años de ser pareja.
Ambos suspiran al saber que su matrimonio es una realidad.
Llega el momento del enlace al dará fe el oficial número dos del Registro Civil, a las 9:30 se hace la entrega del acta legalizada. No hay campanas, ni mariachis; no hay palomas blancas lanzadas al vuelo, ni se les “avienta” arroz o se les entregan arras de plata en señal de abundancia, no hay lazo, ni bendición.
Los “votos matrimoniales” están más allá de los dichos, de sobra quedan los colores blanco y negro, los ramos se reemplazan por unos pequeños ramilletes obsequiados.
Quizá aplican la tradición de llevar algún accesorio nuevo (la esperanza y el optimismo); algo usado (la continuidad de la familia, empero en una nueva fórmula); algo azul (el amor, la modestia y la fidelidad) y algo prestado (los buenos deseos de amigos y familiares).
Quién sabe si Jorge y Horacio creen en estos amuletos. Quién sabe si su relación los necesite, ya son años de compartir tantas cosas que quizás ambos sean sus propios amuletos, cada uno así mismo y cada cual del otro.
Sólo son conjeturas, ellos saben mejor que nadie, lo que realmente sirve para darle cohesión a una relación.
Sin mostrar temor, ante la pregunta “¿Es su libre y espontánea voluntad unirse en legítimo matrimonio civil con su contrayente Jorge Salvador Rubio Nieto?” Horacio responde: “Sí, es mi voluntad”,
Jorge, con un aire de orgullo, y mirando directamente a los ojos de Horacio en voz alta responde a la misma pregunta: “Sí, es mi voluntad”.
Acto seguido, son declarados en legítimo matrimonio civil, y ante el ojo abrasador de cada cámara que busca capturar el momento, llegó el momento del beso y la entrega del par de anillos matrimoniales.
No hay fastuosos banquetes, no hay “primer baile de la feliz pareja”, solo las felicitaciones, abrazos y el respaldo de amigos y familiares que hacen a un lado toda creencia para ser partícipes de este evento.
La lucha por los derechos de la comunidad LGBTTTI no se detiene y a pesar de ser la segunda boda gay (y primera en ser pública), no hay una legislación que permita la unión igualitaria –solamente una Ley de Sociedades en Convivencia- que no es suficiente para quienes necesitan y buscan tener los mismos derechos de un matrimonio civil y religioso hombre – mujer.
Hace unos meses, por las calles de Tlaxcala se escuchaba el clamor del Frente Nacional por la Familia (FNxF), quienes exigían, entre inconsistencias que no se cambiara el artículo 4° Constitucional, y pese a ello, a través del amparo 1009/2016 presentado en la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), Horacio y Jorge fueron declarados esposos en un estado, considerado por personas LGBTTTI, como primordialmente machista y discriminador.
A un año de haberse celebrado la primera boda gay privada en el Estado, Horacio y Jorge definieron que no hay motivo por el cual avergonzarse, por ello alzaron la voz en contra de toda limitación social y dieron apertura para que una mayor cantidad de testigos, propios y ajenos, observarán este paso adelante en la lucha de las libertades individuales.
“No somos ciudadanos de segunda”, reza Horacio López ante la audiencia, con lo que esclarece que nadie debería permitir que sus derechos sean pisoteados.
“Que no desistan. Que no se escondan”, pide Jorge a todas las parejas que tienen el deseo de unirse y que con fuertes convicciones decidieron mostrar al pueblo tlaxcalteca que un matrimonio entre personas del mismo sexo no es motivo de vergüenza.
Y es que Horacio y Jorge, tras 16 años de compartir la vida bajo el mismo techo, se aventuraron a confrontar la ley y, desde junio de 2016 iniciaron el acercamiento con la CEDH, siendo hasta el pasado mes de agosto cuando emprendieron la pugna a través de un amparo para lograr su matrimonio civil, mismo que desde el pasado viernes 13 (quién dice que esa fecha es de mal fario), les fue otorgado y eso permitió que hoy pudieran consumar su unió