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CIUDAD DE MÉXICO, 29 de diciembre de 2016.- El 25 de diciembre pasado, en plena Navidad, el fantasma de una declaratoria de contingencia ambiental que hubiera llevado a la restricción de circulación vehicular, sobrevoló la zona metropolitana del Valle de México.
Los niveles de contaminación alcanzaron los 144 grados Imecas en Coacalco, estado de México, apenas seis menos de los necesarios para declarar la contingencia, que fue activada 10 ocasiones durante este año. La primera contingencia fue declarada el lunes 14 de marzo, cuando se alcanzaron los 203 Imecas; la última se activó el jueves 11 de agosto con 158 Imecas.
El 2016 será recordado como el año que se actualizaron los niveles de índices metropolitanos de contaminación atmosférica (Imecas) necesarios para declarar una contingencia ambiental, luego de las precontingencias ocurridas en los primeros meses y de la contingencia de marzo, la cual duró tres días. Dicha contingencia fue registrada antes de la llamada temporada de ozono, comprendida entre abril y junio, la más peligrosa porque ante la falta de lluvias y el calor primaveral los contaminantes generados por ozono no se disipan.
Tanto las precontingencias ocurridas a inicio de año, que llevaban a la restricción de circulación para una parte de los automovilistas, así como la contingencia de mediados de marzo, alertaron al jefe de gobierno de la ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, quien expresó su molestia y acusó al resto de las entidades integrantes de la Comisión Ambiental de la Megalópolis (CAMe) de no cooperar para bajar los índices de contaminación.
Fue una osadía política que tuvo respuesta en el estado de México, entidad que cerró el paso de los camiones de basura que la ciudad de México manda a tiraderos mexiquenses. Ante la frecuencia de las precontingencias, declaradas a los 150 índices Imecas, la CAMe decidió medidas emergentes para evitarlas en plena temporada de ozono.
La Comisión decidió desaparecer las precontingencias a partir de los 150 puntos Imecas y decretarlas las contingencias a partir de dicho índice, a partir del 5 de abril; asimismo, entre abril, mayo y junio todos los automóviles, incluso los nuevos, debían dejar de circular un día a la semana.
Desde el 5 de abril se vieron calles con menos tráfico pero también inconformidad de propietarios de vehículos nuevos, que ajenos a los efectos perniciosos del ozono y de las partículas PM10 y PM2.5, causantes de cáncer, debían abordar Uber a precios estratosféricos, o viajar en transporte público como Metro o Metrobús.
Tampoco ayudó la desinformación, ya que algunos medios de comunicación citaron información de la Comisión Federal para la Protección de Riesgos Sanitario (Cofepris) que decía que en un año habían muerto 20 mil personas por contaminación en la ciudad de México, aunque el dato era a nivel nacional.
Asimismo, las medidas obligaron al retiro de topes en algunas calles de la ciudad, ya que según estudios del Instituto Politécnico Nacional, eran una causa para el frenado, que aumentaba la contaminación.
Mancera se disculpó varias veces con la ciudadanía por aplicar las medidas, aunque aseguró que era para proteger la salud de los capitalinos; asimismo, pidió apoyo de la federación para pedir 5 mil millones de pesos para transporte público y pidió restringir el paso de camiones federales. Conforme transcurrieron los tres meses de medidas emergentes, el mandatario capitalino comenzó a cuestionar la decisión de bajar los niveles de Imecas para declarar una contingencia ambiental, y criticó que las medidas no se aplicaran también en otras ciudades del país.
Asimismo, dejó entrever que detrás de ello podía haber un tufo político. La CAMe por su parte poco explicaba al respecto y el control de la situación lo tomó la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), quien el 7 de junio presentó la Norma de Verificación Vehicular, la cual ordenó que en las seis entidades que componen la comisión –ciudad de México, edomex, Hidalgo, Puebla, Morelos y Tlaxcala- debían verificarse los automóviles y los controles de emisiones serían más estrictos, al tiempo que las restricciones para el transporte federal serían mayores.
Pese a ello, las medidas fueron insuficientes, consideró en su momento Mancera. El tiempo le dio la razón: el 8 de julio, ocho días después de la conclusión de las medidas emergentes en julio se registró otra contingencia, pero no fue la última, registrada el 11 de agosto.
Se trató del año de las contingencias, las cuales solo fueron menores a las de 1993, aunque entonces se declaraban a 250 índices Imecas. La contaminación en las urbes se ha convertido en un problema y París, Francia ya lo vivió la semana pasada, cuando se decretó restricción vehicular ante los altos índices de contaminación. Para enero de 2017 se tiene programada la actualización de la Norma de verificación vehicular en la ZMVM, lo que podría significar una nueva polémica política.