Avanza 84% el proceso de selección de aspirantes al Poder Judicial
Morelia, Mich., 23 de junio, 2017.- Cuando un funcionario, por alto rango que tenga, pierde la credibilidad es muy difícil que la recupere. Negar que no se espían a disidentes, periodistas, líderes sociales, es una falacia. No se trata de una práctica nueva, durante décadas ha existido toda una estructura en Gobernación para realizar ese trabajo.
El argumento reiterado ha sido que es “por seguridad nacional”. El presidente Enrique Peña Nieto dijo que “todos los mexicanos nos sentimos espiados”. Desgraciadamente no pueden decir lo mismo, los desaparecidos y personas asesinadas “misteriosamente”, no sólo en este gobierno sino en administraciones anteriores, y es obvio que nadie lo puede probar.
Quieren que una persona común pruebe la corrupción de un funcionario o ex funcionario de alto nivel, tampoco es posible, a menos que sea castigado por el propio sistema y le toque jugar el triste papel de chivo expiatorio. Tampoco podemos demostrar los fraudes electorales, porque se trata de toda una estructura bien delineada.
Ningún mexicano tiene pruebas del autor intelectual del homicidio de Luis Donaldo Colosio, ni de otros personajes incómodos del poder, pero evidentemente que el pueblo sabe juzgar, los únicos que ignoran la realidad son millones de personas marginadas, que por lo mismo, hacen ganar al partido hegemónico.
Fue el panista, Felipe Calderón Hinojosa quien, adquirió un equipo sofisticado para espiar, y obviamente no a la delincuencia, sino también a todos aquellos que eran sus adversarios. Tampoco es sencillo de comprobar, pero la perversidad y la corrupción han sido parte de quienes ejercen el poder. Por supuesto que no hay pruebas, aunque prevalece la creencia de que el pueblo se chupa el dedo.