Al detenerse la construcción, debieron dejar su hogar

QUERÉTARO, Qro., 25 de julio de 2020.- Para Juan Antonio y Gudelia, perder la única fuente de ingresó los obligó a abandonar el cuarto que rentaban y a vivir por tres semanas en la calle, con el gran riesgo que hacerlo representaba para ellos y su bebé.

Ella de Amealco, él de la Ciudad de México, vivían de lo que ganaba Juan Antonio en la construcción, pero ocurrió que, por la contingencia, a Juan Antonio lo mandaron a “descansar”, por lo que un día vieron que el dinero que tenían, o lo destinaban a la renta o comían, así que decidieron dejar el cuarto y vivir en la calle.

Hoy se encuentran en el albergue que el municipio de Querétaro habilitó en Los Alcanfores, pero por tres semanas su casa fueron las calles de la capital queretana.

Pese a todo el deseo de trabajar, a sus 33 y 25 años, se enfrentaron a la realidad de que, debían dormir en la calle; unos días lo hicieron en el albergue municipal del Centro Histórico, pero en él se pide cuota de recuperación, así que el resto del tiempo se vieron obligados a tener por lecho las aceras de las calles de Guerrero, del Mercado Escobedo, de la Central de Abastos, incluso el monumento de Los Arcos los albergó durante esas jornadas.

Antes de su despido, por un tiempo Juan Antonio estuvo trabajando en San Luis Potosí, hasta que decidió buscar empleo aquí, en Querétaro, para ya estar con su familia, donde se enfrentó a la detención obligada de la obra, como ocurrió con otras más.

Son ya algunos días los que llevan en el albergue, desde donde agradecen a quienes cuando los vieron en la calle los ayudaron, pues incluso les llegaron a dar pañales para el bebé.

Recuerdan que les tomó tiempo animarse a ir a los Alcanfores, pero ya con un lugar seguro para dormir y comer, pueden volver a soñar con ir a buscar trabajo; Juan Antonio tiene la certeza que puede desempeñar muchas de las funciones que se requieren en una obra.

Al igual que ocurre con ellos tres, otras historias se comparten, así como un sueño: el de encontrar un trabajo que permita, al menos, garantizar techo y comida.