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Morelia, Mich., 9 de abril.-En diferentes encuentros con dirigentes de organizaciones indígenas, maestros de la región purépecha, han insistido en que los pueblos originarios tienen su propia forma de ser, de organizarse y de vivir, y que no han sido entendidos por los tres órdenes de gobierno mestizos. De hecho, se sienten excluidos, abandonados y por si fuera poco reprimidos.
No sé si tengan del todo la razón, pero algo es cierto, es que aunque tienen miedo de hablar, en estos momentos el peor enemigo es la delincuencia organizada, que a pesar de algunos avances, ese lastre sigue estando presente y desvirtuando la propia imagen de las comunidades, pero sobre todo quitándoles lo poco que tienen.
El 81.4 por ciento de los habitantes del municipio de Nahuatzen, incluyendo a Arantepacua, vive en situación de pobreza, según datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval). La región purépecha vive momentos complejos, aseguró la catedrática de la Universidad Intercultural Indígena de Michoacán (IIIM), Gabriela Arias.
“Está atravesada por el agravio del crimen organizado, por la pobreza, que implica la devastación de los bosques; por un estado de derecho que no existe, pero la médula de eso es el desinterés de un gobierno por las comunidades que han resistido por más de 500 años”, apuntó la profesora.
Arantepacua tiene unos tres mil habitantes, se ubica a 10 kilómetros de la cabecera municipal de Nahuatzen. La mayor parte de los jefes de familia se dedican a la elaboración de muebles y artesanías. Pero al igual que los habitantes de toda la región de la Meseta tienen problemas con el desabasto de la materia prima, comentó el presidente municipal de Nahuatzen, Miguel Prado.
Hace 16 años, la Meseta Purépecha había perdido casi el 50 por ciento de su 1.5 millones de hectáreas de bosque. En la actualidad las afectaciones superaron más de 60 por ciento. Los motivos, la tala ilegal, la existencia de 537 aserraderos; la llamada operación hormiga por parte de miles de artesanos, el robo de madera entre comunidades y el cambio de uso de suelo para la agricultura, en especial la siembra de aguacate, que ha destruido más de 20 mil hectáreas en la última década.
Sin contar con la ampliación de zonas urbanas. Pero la mayoría de los habitantes de la Meseta ya no tienen tierra, o son muchos los que tienen que repartirla entre sus descendientes, según datos de la Comisión Forestal de Michoacán. Tan sólo en Nahuatzen hay 67 pequeñas industrias forestales para la fabricación de muebles y artesanías, y el resto producen cajas de empaque y otros productos.
El 45.8 por ciento de la población de Nahuatzen carece de derechos sociales; aproximadamente nueve personas, de poco más de 25 mil, viven en pobreza extrema; el 35.4 por ciento de la población no tiene seguridad alimentaria, el 78.5 por ciento carece de servicios básicos, el 82.2 por ciento de la población tiene un ingreso inferior a la línea de bienestar.
Según datos de la Procuraduría Agraria, en la región de la Meseta Purépecha, de las 64 comunidades más de 40 tienen algún tipo de problema por la posesión de la tierra, incluso en conflictos como el de Arantepacua que se supone estaba resuelto, se vuelven a recrudecer.
El rector de la Universidad Intercultural Indígena de Michoacán (plantel Pichátaro), Adán Ávalos García, comentó que los alumnos y maestros viven en esa región purépecha, por lo que les preocupa lo que pasó en Arantepacua, donde en un presunto enfrentamiento murieron cuatro comuneros.
“Es un problema de tenencia de la tierra de más de 70 años, por la posesión de más de 500 hectáreas entre Capacuaro y Arantepacua. La resolución del tribunal tardó más de 40 años en llegar. Lo irónico es que mientras sesionaba la mesa de diálogo se suscitaron los hechos violentos”.
Dijo que se debe tomar en cuenta que hay una cosmovisión diferente en los pueblos originarios y dentro de esta visión hay una trayectoria de 70 años. “Pedimos respeto, justicia, que se esclarezca esta situación, y como institución respaldamos a la comunidad de Arantepacua”, dijo el rector.
No sabemos bien quién inicio la balacera el pasado 5 de abril, pero lo que es seguro es que la mayoría, sino es que la totalidad de la gente de Arantepacua nada tuvo que ver.