Detienen en Sinaloa a El Mero Mero, generador de violencia
SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 16 de noviembre de 2019.- Para el antropólogo potosino Ricardo Muñoz Arenas casos como el de Ovidio Guzmán, en Culiacán, no podrían entenderse sin la complicidad de los gobiernos con el crimen organizado y la protección que éste provee a los pobladores.
«En ese estado (Sinaloa), tiene mucho tiempo que este grupo es el que está por encima de los gobiernos, con la protección de los pobladores que a su vez se sienten más comprometidos en retribuir la seguridad que estos capos les brindan”, consideró.
Dijo que ahí se vio en todo su potencial la vieja escuela del narcotráfico y consideró que esto ocurre porque los anteriores gobiernos de México trabajan de la mano con estos grupos y de hecho, “los narcos protegían y cuidaba mejor que la policía”.
El antropólogo, actualmente radicado en León, explicó que la descomposición de la violencia surgió a partir que los narcotraficantes buscaron ampliar sus ganancias, vendiendo drogas en el país, ya que antiguamente México solo era el paso, pues los principales clientes se encuentran en Estados Unidos.
«Finalmente es una industria que surtía a los gringos de droga, porque también se cuidaba que no la consumieran aquí, pero algunos grupos perdieron esos principios y ante la costumbre de una vida de dispendios optaron por ampliar su gama de ingresos”, explicó Muñoz.
También estableció que por sí solas, las organizaciones del tráfico de drogas no funcionan, sería algo muy difícil, sino que lo hacen con la colaboración de los gobiernos que caen en actos de corrupción.
«Atrás del narco está un sistema corrupto, de alguna manera ya lo hacían, financiando las campañas de sus candidatos a los cuales manejaban a su gusto».
Ricardo Muñoz añadió que no solamente los dirigentes del país se mueven por motivos económicos, también influye que temen por su seguridad y la de su familia.
«Si cooperan se vuelven ricos y viven y si no, estarán muertos y su familia pobre y amenazada.
No es posible que los pobladores sepamos si alguien es delincuente y el gobierno no», señaló.
El experto en comportamiento humano consideró que la solución es clara y sencilla, pero a la vez utópica: acabar con la corrupción, lo cual implica mejores salarios, educación, condiciones de vida, “pero en la realidad quien aspira a ser político es para sacar raja y tener dinero”.