Morelia, Mich., 18 de diciembre.- Cuauhtémoc Blanco tomó la actividad política, como la mayoría de los que juegan en partidos (políticos), como mero negocio. Cobró 7 millones de pesos por ser candidato del Partido Social Demócrata (PSD); pero además no era residente de Cuernavaca, y por ley no debió ser aprobada su candidatura.
Ahora como presidente municipal de Cuernavaca, Morelos, Cuauhtémoc Blanco inició una huelga de hambre, ayer sábado en la madrugada. En las redes sociales anunció que la manifestación sería en el atrio de la catedral de Cuernavaca. El motivo es anular el juicio político por el que se le destituyó del cargo.
La capital morelense, al igual que todo el estado, sigue padeciendo de violencia, cobro de derecho de piso, secuestros, homicidios, pero por si fuera poco, Cuauhtémoc no gobierna, lo hace su apoderado, o manejador José Manuel Sanz Rivera, quien dicen es capaz de cualquier cosa por dinero.
El desacreditado sistema político mexicano ha dado pie para que actores, actrices y deportistas conocidos ocupen cargos de representación, por la sencilla razón de que éstos abonan muchos votos a los partidos por su popularidad. Lo más grave, en el caso de un presidente municipal, como Cuauhtémoc Blanco, es que se dedica a la vida social, y no atiende el gobierno y sus múltiples problemas, y dejó en el cargo a su representante, especialista es obtener dinero fácil.
Seguramente tiene razón el Congresal local que aprobó en un juicio político la destitución de futbolista que sólo aprendió a meter goles y a meterse en problemas, pero los más irresponsables de todo este desastre es el grupo en el poder, que bajo el argumento de la democracia permiten cualquier cosa absurda, con tal de seguir viviendo a costa del erario público.
Sin duda Cuauhtémoc Blanco fue un excelente jugador, pero su percepción de la administración pública mide lo mismo que una cancha de futbol, y ha quedado demostrado que nada tiene que hacer en Cuernavaca, sólo fue una aberración de unos cuantos que hicieron negocio y quieren más. Más vale un cambio a tiempo que una goliza, para la ciudadanía.