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SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 18 de julio 2020.- El doctor Mario Molina, en conjunto con otros científicos dieron a conocer un artículo en el que señalan que la ruta de transmisión aérea es altamente infecciosa, además de ser la dominante para la propagación del Covid 19, siendo el uso de cubrebocas el método determinante para evitar mayores contagios.
El artículo, titulado Identifying airbone transmisión as the dominant route for the spread of Covid 19 (Identificando la transmisión aérea como la ruta dominante para la propagación del Covid 19), señala que la efectividad de las medidas de mitigación como el distanciamiento social y el uso de cubrebocas, depende del entendimiento que se tenga del mecanismo de transmisión del virus SARS-CoV2, el cual no está bien establecido.
Por lo que el artículo se encarga de demostrar que la transmisión aérea es altamente infecciosa y es la ruta dominante para transmitir el virus, al analizar las tendencias y medidas de mitigación en Wuhan, China, Italia y la ciudad de Nueva York, Estados Unidos, del 23 de enero al 9 de mayo.
Asimismo, los científicos señalan que el uso obligatorio de cubrebocas representa la medida clave para definir la forma de propagación de la pandemia, ya que con su utilización se redujo ampliamente el número de contagios, por más de 78 mil casos en Italia entre 6 de abril y el 9 de mayo, y por más de 66 mil casos en Nueva York, entre el 17 de abril y el 9 de mayo.
Mientras que el distanciamiento social y el aislamiento no son suficientes para proteger a la población.
GOTAS Y AEROSOLES
En el documento se explica que existen diversos mecanismos para la transmisión del virus de persona a persona, uno de ellos es la atomización de partículas que contienen el virus, y que ocurre cuando una persona infectada tose o estornuda, así como al respirar y al hablar.
Estos mecanismos producen gotas grandes y aerosoles pequeños, distinguidos por ser mayores o menores de cinco micras, lo que ayuda a caracterizar sus distintas eficiencias de dispersión, sus tiempos de residencia y sus mecanismos de disposición en el sistema respiratorio.
Como se ha dado a conocer anteriormente, la transmisión de virus puede ocurrir de manera directa (depositado en personas) o indirecta (depositado en objetos) a través de las gotas y los aerosoles arriba mencionados.
En el caso de las gotas grandes, se depositan fuera del aire lo que causa la contaminación de objetos o de las personas; mientras que los aerosoles se dispersan eficientemente en el aire, por lo que la transmisión del virus puede ocurrir a distancias y a tiempos extendidos, además de depositarse de manera directa en el conducto respiratorio de los individuos.
Los científicos aclaran que la transmisión y virulencia del virus depende del tamaño y de la concentración de los aerosoles respirados, esto determina la dosis y el trayecto en el sistema respiratorio.
En los casos donde se cuenta con respiración nasal típica, los aerosoles pueden depositarse de forma continua en el sistema respiratorio, sobre todo los pequeños que incluso pueden penetrar profundamente el trayecto respiratorio e incluso llegar a otros órganos vitales.
Debido a que el mecanismo de transmisión del Covid 19 aún permanece incierto y con el objetivo de poder estimar la eficiencia de las medidas de mitigación, el grupo de científico analizó la tendencia global de la pandemia del 23 de enero al 9 de mayo; especialmente en los epicentros de la pandemia.
Es decir, Wuhan de enero a febrero; Italia a principios de marzo; y Nueva York a principios de abril.
MEDIDAS CONTRA LA CURVA
En el caso de China, los científicos atribuyen el aplanamiento de la curva de contagios debido a las extensas pruebas realizadas entre su población, la implementación de la cuarentena, el seguimiento a los contactos, el cierre de ciudades y sitios rurales al transporte en todo el país, el aislamiento de residentes que tuvieron contacto con personas infectadas, así como el uso de cubrebocas.
Italia implementó medidas parecidas a partir del 9 de marzo, después de que se convirtiera en el segundo epicentro del mundo.
Mientras que en Estados Unidos se tomaron medidas de distanciamiento, cuarentena y aislamiento a partir del 16 de marzo, así como estar separados de otras personas por lo menos dos metros y no reunirse en grupos o sitios concurridos.
“Evidentemente el aumento continuo de casos de infección en Estados Unidos pone en duda la efectividad de implementar solamente esas medidas”, señala el artículo.
ES ESENCIAL: OMS
Los científicos retoman que no fue sino hasta el 6 de abril cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) anunció que el uso de cubrebocas era esencial, solamente, para prevenir que personas infectadas transmitiera el virus al filtrar las gotas emitidas al toser o estornudar.
Sin embargo, no se consideraba importante para prevenir que personas no infectadas respiraran aerosoles contaminados.
Debido a que continuó el aumento de casos y decesos en el norte de Italia, como en la región de Lombardía, se mandó que sus habitantes utilizaran cubrebocas a partir del 6 de abril; para el resto del país, el uso se convirtió en obligatorio a partir del 4 de mayo.
En el caso de Nueva York, se ordenó que los habitantes portaran el uso de cubrebocas en espacios públicos a partir del 17 de abril, cuando fue visible que el distanciamiento social no era práctico.
Aunque el artículo apunta que el distanciamiento social tiene beneficios para prevenir la transmisión por contacto directo, esta medida no es suficiente sin el uso de cubrebocas para proteger la inhalación de los aerosoles o de las pequeñas gotas contaminadas por el virus, debido a la rapidez de la circulación del aire.
EN LA PRÁCTICA
Para poder entender el impacto del uso de cubrebocas, los investigadores cuantificaron los efectos del cubrimiento de las caras al proyectar el número de infecciones, basados en los datos que antecedieron a la implementación del uso del cubrebocas el 6 de abril en Italia, y el 17 de abril en la ciudad de Nueva York.
El análisis determinó que cuando las personas se cubrían las caras, se redujo el número de infecciones por más de 78 mil casos en Italia entre el 6 de abril al 9 de mayo.
En el caso de Nueva York, estos disminuyeron en más de 66 mil del 17 de abril al 9 de mayo.
«Es notable que las tendencias en las curvas de infección en Italia y en la Ciudad de Nueva York contrastan con las curvas globales y con las de los Estados Unidos, que demuestran poca desviación de linealidad debido a la falta de implementación del uso de cubrebocas a nivel global y nacional, respectivamente”, establece el artículo.
Esto debido a que el cubrebocas previene la transmisión aérea al bloquear la atomización y la inhalación de los aerosoles infectados, así como la transmisión por contacto al bloquear las gotas emitidas.
Por otra parte, señalan que el distanciamiento social, la cuarentena, el aislamiento, el lavado de manos y la minimización de la transmisión por contacto, ya sea directo o indirecto, no protegen la contaminación aérea.
TOS Y ESTORNUDOS, VIRALES
Otra cuestión importante de considerar de acuerdo a los autores, son las condiciones que convierten a la transmisión aérea del SARS-CoV2 como la más eficiente, ya que la inhalación de los aerosoles infectados tiene como consecuencia la deposición profunda y continua en el sistema respiratorio, que requiere de bajas dosis.
Además de que los virus aéreos tienen una gran movilidad y supervivencia para ser dispersados, a lo que se suma que los aerosoles pequeños producidos por la tos o los estornudos de personas infectadas, tienen la capacidad de tener un alto contenido del virus, sobre todo en aquellos individuos que todavía no tienen síntomas.
En el artículo se establece que las respuestas emitidas por los gobiernos alrededor el mundo ha sido fundamental para sustentar la evolución, el alcance y la magnitud de la pandemia a nivel global, siendo el más lento en responder a la situación el mundo occidental.
Por lo que remarcan que para el control del Covid 19 depende no solo de acciones decisivas y dramáticas, sino también entender las rutas de transmisión que determinan la efectividad de las medidas.
“Mientras que las medidas combinadas del uso de cubrebocas y el distanciamiento social ofrecieron protección dual para las rutas de transmisión del virus, la sincronización y la secuencia de la implementación de las medidas también exhibió distintos resultados durante la pandemia”, reiteran.
Esto se ejemplifica en la situación antes mencionada de Italia y Nueva York, y que tiene mayor fuerza en China, donde la aplicación simultánea del uso de cubrebocas y del distanciamiento social fueron la ruta óptima, en conjunto con la aplicación extensiva de pruebas para la detección de casos y que resultó en el aplanamiento de la curva de contagios en el país asiático.
EL MUNDO LE RESTÓ IMPORTANCIA
En el artículo se señala que la falla global en contener la propagación de la pandemia del Covid 19 recae en la falta de reconocimiento de la importancia del uso de cubrebocas.
“Nuestra conclusión es que el uso de los cubrebocas en público corresponde a la medida más efectiva para prevenir la transmisión de la enfermedad entre personas, y que esta práctica, que es relativamente barata, junto con pruebas extensivas, cuarentenas y el seguimiento de contactos plantea la mejor oportunidad para controlar la pandemia del Covid 19, antes de que se desarrolle una vacuna que funcione”, establecen.
Por último, reiteran la importancia de que la ciencia confiable sea comunicada a los gobernantes, ya que al implementar medidas políticas sin una fundación científica puede tener consecuencias catastróficas para la humanidad, sobre todo en los intentos por reabrir las economías en algunos países del mundo.
“La integración entre la ciencia y la política es crucial para formular respuestas de emergencia por los políticos y para la preparación por el público para la pandemia actual y para las futuras pandemia”, finaliza el documento.
LOS AUTORES
El artículo fue elaborado por Renyi Zhang y Yixin Li, del Departamento de Ciencias Atmosféricas y el Departamento de Química, respectivamente, de la Universidad de Texas A&M (TAMU); Annie L. Zhang del Departamento de Química de la Universidad de Texas en Austin (UT); Yuan Wang de la División de Ciencias Geológicas y Planetarias del Instituto Tecnológico de California (Caltech); y Mario J. Molina del Departamento de Química y Bioquímica de la Universidad de California en San Diego (UCSD).