Felicita alcaldesa de Acapulco a Quadratín por Cumbre 2024
A quienes López Obrador ha declarado la guerra han perdido de manera total, especialmente el empresariado mexicano. El presidente está en lo suyo. Tiene una idea muy particular de la generación de riqueza y de la empresa privada. No es nuevo en él y así fue electo. El prejuicio antiempresarial ha sido de siempre, además, lo asocia a la corrupción, o vínculos perversos entre el gobierno y los hombres de negocios.
Parte de lo que piensa es válido, aunque generalizar es incorrecto, sobre todo para la abrumadora mayoría de empresarios que poco tienen que ver con el gobierno. La privatización desde el tiempo de Carlos Salinas no sólo fue ideológica, también fue utilizada para enriquecer a la familia presidencial. Fue una privatización corrupta y corruptora.
El poder político y el económico se necesitan, pero no siempre encuentran una forma virtuosa de relacionarse. La situación se pervierte cuando se busca el fondeo electoral o cuando de plano los gobernantes buscan enriquecerse privilegiando ilegalmente a los empresarios, como ocurrió de manera paradigmática en las presidencias de Salinas y de Peña. Debe reconocerse que hay pecados de origen, y también en el ámbito local.
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